Tequila: centro mágico, pueblo tradicional. ¿Patrimonialización o privatización?

AutorJosé de Jesús Hernández López
CargoDoctor en Antropología Social por El Colegio de Michoacán.
Páginas41-67

Doctor en Antropología Social por El Colegio de Michoacán. Línea de investigación: Transformación de los paisajes culturales en la región agavero tequilera. Candidato a Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Premio "Fray Bernardino de Sahagún" 2008, otorgado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a la mejor tesis de doctorado en Etnología y Antropología Social. Premio de la Academia Mexicana de Ciencias 2008 a la mejor tesis de doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades.

Page 41

El patrimonio y el patrimonio cultural

El patrimonio es un concepto heredado del derecho romano pero teorizado a partir del código civil francés (Figueroa, 1995: 28). Patrimonium era la hacienda que una persona heredaba de sus ascendientes, Page 42 y se refería a la propiedad absoluta, exclusiva y a perpetuidad de cosas o bienes (Gutiérrez, 2002: 42, 197) además de ser un atributo de la personalidad.1 El concepto comprendía la idea de propiedad,2 pero también la de obligación, sobre todo en caso de deudas (Figueroa, 1995: 23-29). En su origen, sólo consideraba bienes de carácter pecuniario (Ibíd.: 22).

En contrapunto con esa teoría "subjetiva" -por su vínculo indisociable con el sujeto-, el alemán Von Ihering, propuso una teoría objetiva, según la cual el patrimonio debía dejar de ser un atributo de la personalidad, ya que los bienes no necesariamente debían estar ligados a aquélla (Figueroa, 1995: 42-43).3 Ello permitió que se hablara de patrimonios sin obligación de referirlos a un individuo en particular.

Fue en el siglo XIX con la formación de los Estados Naciones, por ejemplo, en América Latina con la independencia política con respecto a España, cuando comenzó a hablarse de patrimonio cultural de una nación, el cual estaba constituido por valores históricos y culturales Page 43 identificados con "lo propio" versus "lo ultramarino".4 Tal valorización se centró sobre todo en la cultura material (arqueológica e histórica, en su mayoría arquitectónica y escultórica, y obviamente representativa de los grupos dominantes) cuya contribución a la formación de una identidad nacional era relevante en términos simbólicos.5

El patrimonio tenía entonces dos funciones principales: hacia afuera del Estado Nación funcionaba para reivindicar valores propios; hacia el interior se proyectaban identidades políticamente aceptadas o convenientes (Florescano, 1993: 10). Cada nación contaba con un patrimonio económico, pero también con otro definido por su valor cultural, independientemente de su fungibilidad.

En la evolución del concepto quedaron incluidos tanto los bienes intangibles como los bienes materiales, sea que fueran de propiedad individual o colectiva. No debe perderse de vista que los artificios o manifestaciones culturales que devienen patrimonio adquieren tal calidad en contextos concretos y debido a finalidades precisas.

Enrique Florescano, uno de los principales estudiosos del patrimonio nacional (1997a y 1997b), estima que éste está integrado por "bienes sociales de responsabilidad común" (1997a: 1). Y como se apuntó antes, además de las cuestiones materiales (arquitectura, arqueología, artesanías y arte), desde la segunda mitad del siglo XX se consideraron con derecho a ser consideradas dentro del patrimonio ciertas expresiones culturales (pensamientos, ideas, música, danza), mismas que pasaron a ser denominadas "patrimonio intangible" Page 44 (Florescano, 1997a: 9; Tovar y de Teresa, 1997: 96);6 sin embargo, en las últimas dos décadas también el entorno natural, sobre todo ciertos paisajes,7 han pasado a ser expresiones del patrimonio cultural ya no sólo de un Estado nación, sino incluso de la humanidad.8

Esto es relevante. Hoy, además de los estados, organismos internacionales como la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) promueven y apoyan programas de rescate, conservación y/o preservación de determinados bienes o expresiones culturales ubicados en diferentes latitudes, "en función de criterios esencialmente occidentales", para utilizar la expresión de Bonfil (1997: 32).

El patrimonio nacional así como el universal (o de la humanidad) están conformados por expresiones de grupos dominantes y de otros más bien subordinados; no obstante, y para parafrasear a Raymond Williams, ambos tienen en común el hecho de tratarse de rescates selectivos, o mejor, valorizaciones realizadas desde los valores y visiones dominantes del presente y del pasado (Williams, 1994; Mintz, 1996). Como apunta Florescano, "la selección y el rescate de los bienes patrimoniales se realiza de acuerdo con los particulares valores de los grupos sociales dominantes, que por fuerza resultan restrictivos y exclusivos" (Florescano, 1997a: 15). El patrimonio entonces puede estar conformado por arquitectura monumental lo mismo que por artesanías elaboradas por una comunidad indígena, sin embargo, quien decide que ambas son expresiones del patrimonio cultural de una nación es sólo un pequeño sector social, a saber, quien tiene capacidad de significar la realidad (Wolf, 2001). Page 45

Además, como complemento al argumento de García Canclini se afirma que representantes de ese sector son quienes en cada etapa de la historia echan mano de esa capacidad de manera diferencial. La constante se encuentra entonces en el hecho de que nunca está representada toda la diversidad de las expresiones culturales que conforman el patrimonio nacional, el cual se propone como símbolo de unidad (véase García Canclini, 1997: 61).

El patrimonio nacional entonces no es de todos, aunque pretende ser representativo de todos. Lo mismo sucede con el patrimonio de la humanidad. En el primer caso existe una construcción del Estado a partir de esos referentes selectivos, esto es, la patrimonialización implica un proceso de construcción ideológica y política (véase Bonfil, 1997: 47). No obstante, trátese del patrimonio nacional o de la humanidad, éste sirve como

Recurso para reproducir las diferencias entre los grupos sociales y la hegemonía de quienes logran un acceso preferente a la producción y distribución de los bienes. Los sectores dominantes no sólo definen cuáles bienes son superiores y merecen ser conservados; también disponen de medios económicos e intelectuales, tiempo de trabajo y de ocio, para imprimir a esos bienes mayor calidad y refinamiento (García Canclini, 1997: 61).

Sin duda, históricamente el Estado fue el creador del patrimonio nacional: "El Estado identificó y utilizó el patrimonio con el propósito de perfilar una identidad nacional uniforme, sin contradicciones ideológicas ni conflictos internos" (Florescano, 1993: 18), siendo él mismo el legitimador. El Estado valora y patrimonializa porque por medio de esta acción se proyecta la idea de integración nacional en medio de tanta diversidad sociocultural. Realidades locales devienen entonces abstracciones político-culturales, en símbolos de una identidad nacional en la cual se diluyen particularidades y conflictos (García Canclini, 1997: 68). Page 46

Empero, en las últimas décadas (desde 1972), la UNESCO, a través del Centro de Patrimonio Mundial es la entidad responsable de la protección jurídica internacional y de la declaración del patrimonio por el valor que éste representa para la humanidad. La idea es que las poblaciones locales participen en la conservación de sus respectivos patrimonios culturales y naturales, pero también se fomenta la cooperación internacional en esas tareas.9

No es pretensión de este análisis abanderar la idea según la cual todo lo que signifique el patrimonio implica una perversión. En su origen, como se ha tratado de mostrar, el patrimonio cultural fue concebido como un conducto para vincular a la gente con cierta historia. Así entonces, el patrimonio tiene un valor simbólico como generador de una identidad cultural (véase CINU, 2002). Lo que se quiere probar con el análisis del caso del pueblo de Tequila es cómo un proceso de patrimonialización validado por el Estado mexicano y legitimado por la UNESCO, en realidad no preserva ni conserva lo que fundamenta su intervención; esto debido a los impactos ecológicos y sociales que tal proceso arrastra consigo, pero sobre todo, porque en realidad esa declaración de patrimonio funciona como una forma de privatizar espacios con alto valor social, mediante la canalización de recursos públicos para beneficios privados.

El fenómeno analizado se inscribe en procesos que no son novedosos del todo, ya que desde fines del siglo XX hay un creciente interés por integrar más elementos al patrimonio cultural de cada nación y de la humanidad. En gran medida, esta tendencia obedece a que existe una mercantilización o valorización económica de los aspectos culturales. Como apunta García Canclini,

Los bienes acumulados por una sociedad importan en la medida en que favorecen o retardan "el avance material" Page 47

[...]. Los gastos requeridos para preservar el patrimonio son una inversión justificable si reditúa ganancias al mercado inmobiliario o al turismo. Por eso se atribuye a las empresas privadas un papel clave en la selección de los bienes culturales. A este modelo corresponde una estética exhibicionista en la restauración: los criterios artísticos, históricos y técnicos se sujetan a la espectacularidad y la utilización recreativa del patrimonio con el fin de incrementar su rendimiento económico. Los bienes simbólicos son valorados en la medida en que su apropiación privada permite volverlos signos de distinción o usufructuarlos en un show de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR