¿Quién teme a la colegiación obligatoria?

AutorÁngel M. Junquera Sepúlveda
CargoDirector
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En los últimos años se han dado esfuerzos significativos para restablecer la colegiación obligatoria de la abogacía en nuestro país. Pensemos en la fallida iniciativa presentada al Senado de la República en 2010 y avalada por los tres partidos políticos mayoritarios, que terminó congelada y, luego, desechada con el paso del tiempo...

Actualmente está en discusión y en espera de dictamen, en la misma cámara, una iniciativa presentada en 2014 para reformar los artículos 5, 28 y 73 constitucionales, que responde a la necesidad de colegiar diversas profesiones. Especial-mente la abogacía.

El ejercicio del Derecho en México se encuentra en un estado de desregulación y descuido por parte del Estado. A éste parece no interesarle que en manos de los abogados se encuentra la seguridad jurídica y el derecho de defensa de miles y miles de ciudadanos mexicanos, que diariamente enfrentan problemas de todo tipo ante los tribunales.

No importa cuántas reformas se hagan al sistema de impartición de justicia: si no se reforma profundamente el ejercicio de la abogacía y, con ello, la formación y el desempeño ético profesional de los abogados, no se obtendrán los resultados de calidad en la justicia que merecemos. Y la colegiación obligatoria es, sin duda, una de las mejores maneras de controlar el desempeño ético de los colegiados y, en consecuencia, la certificación de los conocimientos jurídicos.

Por décadas se ha inculcado en la mente de los abogados mexicanos la idea de que su libertad e independencia depende de no colegiarse. ¡Nada más absurdo y contradictorio! Justamente es la colegiación la que garantiza independencia y libertad en el ejercicio de la profesión, al facilitar de manera efectiva la defensa del colegiado ante presiones e injerencias externas, tanto del Estado como de otros elementos fácticos del poder. Véanse las experiencias en Reino Unido, España, Francia y muchos otros países que gozan del privilegio de contar con una abogacía colegiada.

¿Quién teme, pues, a la colegiación obligatoria de la abogacía? Antes que nadie, un Estado que no quiere tener a sus abogados organizados y con una sola voz. Pero, también, un sector de la abogacía refractario a que le apliquen una normatividad que regule su comportamiento ético. Asimismo, existen grupos dentro de la academia que no acaban de entender que la colegiación obligatoria sólo traerá beneficios para la formación de los abogados y oportunidades para el...

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