Televisión y democracia. La televisión abierta y su oferta en la Ciudad de México

AutorNorma Pareja Sánchez
CargoCandidata a Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con Orientación en Ciencias de la Comunicación en la FCPYS-UNAM
Páginas101-135
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TELEVISIÓN Y DEMOCRACIA. LA TELEVISIÓN ABIERTA
Y
SU OFERTA EN LA CIUDAD DE MÉXICO*
Norma Parejanchez**
RESUMEN. .
. .
. Este trabajo analiza la oferta progratica de la televisión
abierta en la Ciudad de México a partir de sus propios contenidos
y desde una perspectiva estructural en tres dimensiones: socio-
histórica, económica y política, a fin de reflexionar sobre sus
implicaciones en la transición a la democracia. En ese sentido, se
da cuenta de los resultados de un análisis sociohistórico de la
televisión abierta en la Ciudad de México, se revisan las políticas
de comunicación en la televisión mexicana derivadas de la relación
histórica medios-Estado, así como la oferta programática en señal
abierta. Se reporta una alta concentración televisiva en dos gran-
des empresas, que redunda en una oferta de contenidos muy
limitada a la producción de seis emisores, dos con gran predomi-
nancia y con una importante orientación hacia el entretenimiento
y la ficción; uno que reproduce el modelo anterior, y tres de los
llamados “públicos” con una sintonía marginal.
PALABRAS CLAVE: Televisión abierta, oferta televisiva, políticas de
comunicación, relación medios-Estado, democracia.
La concentración de la producción de contenidos para la televisión (TV)
abierta en la Ciudad dexico1 se explica a partir de dos razones, una
* El presente trabajo forma parte de la investigación de tesis doctoral en el Programa de
Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. La autora agradece los comentarios
y observaciones de Florence Toussaint en la preparación de este texto.
** Candidata a Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con Orientación en Ciencias de la
Comunicación en la FCPYS-UNAM. Miembro de la Asociación Mexicana de Investigadores
de la Comunicación (AMIC) y Profesora Investigadora de la Universidad Autónoma de la
Ciudad de México en la Academia de Comunicación y Cultura. Correo electrónico:
npareja02@yahoo.com.mx.
1 Cabe decir que este alisis resulta pertinente dado que, de acuerdo con Hernández
Lomelí y Orozco Gómez (2007: 117-118), en el periodo inicial de la televisión mexicana
Volumen 7, mero 14, septiembre-diciembre, 2010, pp. 101-135
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de cacter estructural en términos económicos, pues responde a la con-
figuración de las economías globales y la sociedad informacional
emergente que concentran en las grandes ciudades el control de los
medios de comunicación (Castells, 1999); y otra de tipo político, pues
la génesis del sistema mediático actual se ligó al desarrollo del sistema
político mexicano de la posrevolución en la década de los cuarentas y
cincuentas en el siglo pasado, en una relación simbiótica. Esta relación
se analiza desde la perspectiva de la economía política2 a fin de llevar el
alisis a una dimensión de relación entre poder político y económico.
POLÍTICAS DE COMUNICACIÓN, ECONOMÍA Y POLÍTICA DE LOS EMISORES EN TELEVISIÓN
El llamado “sector audiovisual televisivo” de la industria cultural
mexicana se ha caracterizado desde sus inicios por tres rasgos:
1. Estar altamente concentrado, impidiendo el acceso de otros actores-
emisores (Toussaint, 1998), (Gómez, 2008, 2009) y con ello, li-
mitar la pluralidad de discursos.
2. Estar estrechamente ligado al sistema político mexicano (Mejía
Barquera, 1989); (Toussaint, 1998); (Sosa Plata, 2009); (Orozco,
2000), (Hernández y Orozco, 2007).
3. Priorizar contenidos de entretenimiento sobre los políticos, ya sea pro-
venientes del mercado norteamericano o de manufactura nacional,
sobre todo con los programas de ficción.
Históricamente en México las políticas de comunicación han favore-
cido a los consorcios medticos (Televisa y Televisión Azteca)
se adoptó un régimen comercial en el que había que atraer a las audiencias con
entretenimiento para despertar el interés de los publicistas. La idea era que a partir de ello
la televisión se expandiría al resto del país bajo un modelo centrífugo en el que la Ciudad
de México sería el centro irradiador de la industria; en la capital del país se concentraría
la infraestructura de programación y su comercialización, y el resto del país sería un
conjunto de centros repetidores, pasivos, sólo importante en su función de consumidores
potenciales de mercancías anunciadas por la televisión.
2 Se entiende tal perspectiva como el estudio de las relaciones sociales, particularmente
las relaciones de poder, que mutuamente constituyen la producción, distribución y
consumo de recursos, incluidos los recursos de comunicación (Mosco, 2006).
NORMA PAREJA SÁNCHEZ
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TELEVISIÓN Y DEMOCRACIA. LA TELEVISIÓN ABIERTA Y SU OFERTA EN LA CIUDAD DE MÉXICO
permitiéndoles una clara concentración en las distintas ramas de las
industrias audiovisuales, y su control sobre el mercado de la publicidad
(Gómez, 2008, 2009), una de ellas ha sido la escasa regulación de ese
sector por parte del Estado.
Desde el inicio y expansión del sector, el Estado no definió un
marco jurídico que estableciera las normas de competencia, posibili-
dades de expansión y funciones sociales de los medios. No se conside
necesario un proceso regulatorio, pues a pesar de que desde principios
del siglo pasado los medios de comunicación se establecen como
industrias —el cine llega a México a principios del siglo XX, la radio un
par de décadas después y la televisión en los cincuentas—, la primera
Ley de Radio y Televisión se establece hasta 1960,3 y es a partir de los
noventas que se comienzan a definir leyes y reglamentaciones en materia
de telecomunicaciones, sobre todo porque la convergencia tecnológi-
ca obligó a revisar el estado del sector. Durante este periodo se obser
la implementación de normativas en esa materia “caracterizadas por
una clara vocación neoliberal que se traduce en un repliegue del Estado
en la participación directa en el sector para convertirse, en el mejor de
los casos, en un árbitro del mismo” (Gómez, 2009: 78). Por su parte, la
industria de la televisión se ha negado a distintas formas de regulación,
sobre todo a aquellas que implican la entrada de otros emisores. La
llamada “Ley Televisa” constituye un intento de las televisoras por evitar
el acceso de la competencia a partir de los procesos de regulación en el
contexto digital. El proceso de digitalización planeado para arrancar en
2010, posibilitaría la apertura de espacio en el espectro radioeléctrico
para otros emisores, no obstante las televisoras han estado siempre
renuentes a esa posibilidad.4
3 Se reglamenta por primera vez en 1973 y se reforma dicho reglamento en 2002. La
propia ley se modifica y aprueba en 2006 junto con la de telecomunicaciones, y se conoce
como la “Ley Televisa”. No obstante, a partir de la controversia constitucional presenta-
da por 47 senadores en mayo de ese mismo año ante la Suprema Corte de Justicia de la
Nación (SCJN), por considerar que la nueva normatividad en materia de radio, televisión
y telecomunicaciones violaba abiertamente la Carta Magna del país (El Universal, 8 de
mayo, 2007), es declarada como inconstitucional en algunas de sus disposiciones, aún
queda pendiente su nueva discusión.
4 En 2006 por ejemplo, tanto Televisa como TV Azteca implementaron una campaña
contra Isaac Saba y su negocio de distribución de productos farmacéuticos, quien en

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