Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), democracia y sectores populares en Argentina

AutorSebastián Benítez Larghi
CargoDocente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Argentina. Doctor en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (UBA).
Páginas11-34
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Andamios
TECNOLOGÍAS DE INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN (TIC),
DEMOCRACIA Y SECTORES POPULARES EN ARGENTINA
Sebastián Benítez Larghi*
RESUMEN. El artículo analiza el vínculo entre la democratización
del acceso a las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC)
y la experiencia de apropiación de estas tecnologías por parte de
los sectores populares a partir del estudio de las Organizaciones
de Trabajadores Desocupados (OTD) argentinas. De esta forma, se
indagan los procesos de socialización e incorporación de las TIC
en la vida cotidiana de un amplio y diverso conjunto de OTD me-
diante el estudio de sus prácticas y representaciones tecnológicas.
¿Qué hacen las OTD en términos de acceso al equipamiento, ad-
quisición de habilidades y producción de una comunicación
propia? En la conclusión se reflexiona en torno a los registros
y prioridades que deberían tenerse en cuenta en el diseño de
políticas públicas tendientes a favorecer la apropiación de los
sectores populares.
PALABRAS CLAVE
::
::
: Tecnologías de Información y Comunicación (TIC),
sectores populares, apropiación, democracia, Organizaciones de
Trabajadores Desocupados (OTD).
INTRODUCCIÓN
Desde su emergencia, las Tecnologías de Información y Comunicación
(TIC) han sido el receptáculo de optimistas expectativas en torno a su
posible impacto democrático. Tanto desde los programas guber-
namentales, como desde los discursos corporativos y publicitarios hasta
Volumen 7, mero 14, septiembre-diciembre, 2010, pp. 11-34
* Docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional
de La Plata (UNLP), Argentina. Doctor en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires
(UBA). Maestro en Sociología de la Cultura, Instituto de Altos Estudios Sociales de la
Universidad Nacional de San Martín (IDAES/UNSAM). Licenciado en Sociología (UBA). Correo
electrónico: sbenitez@mail.fsoc.uba.ar.
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SEBASTIÁN BENÍTEZ LARGHI
los manifiestos de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) se ha
depositado en las TIC la esperanza —muchas veces ilusoria— de que
la inclusión digital redunde en la construcción de ciudadanía median-
te la ampliación de la participación en la esfera pública, la socialización
de la información y el conocimiento y la facilitación del acceso al
trabajo. Basados en una visión tecnológico-determinista, estos relatos
presuponen que, en el caso específico de los sectores más postergados, la
inclusión digital necesariamente redunda en inclusión social.
Como bien han puesto en evidencia los agudos estudios de Mattelart
(2002), la llamada Sociedad de la Información no debe entenderse
como un estadio ahistórico y neutral de la historia social sino que
debe ser considerada dentro de las relaciones sociales y de poder domi-
nantes que regulan la actual etapa del capitalismo con sus indisimulables
procesos de desigualdad y exclusión social. En el caso específico de las
TIC, la realidad ha demostrado que, a pesar de las metas ambiciosas, las po-
líticas para la llamada inclusión digital parten de supuestos abstractos,
completamente ajenos respecto de las condiciones socio-culturales de
las poblaciones donde son aplicadas. Es materia común en la mayoría
de estos enfoques hablar en términos de “brecha digital”. Existiría, pues,
una divisoria separando a quienes acceden a las TIC de aquellos excluidos
digitales que quedan fuera de los beneficios y ventajas ofrecidas por el
avance tecnológico. En consecuencia, el análisis de esta cuestión con-
sistiría simplemente en cuantificar la magnitud de la exclusión, plantear
las causas subyacentes de esta divisoria —se habla de barreras
económicas en el acceso (la brecha digital de primer orden), y de barre-
ras culturales/educativas (la brecha de segundo orden)— y programar
políticas que jalen “desde arriba” a los excluidos digitales y, en
consecuencia, lograr que puedan saltar la barrera electrónica. De esta
forma, se presupone que la acción y significación en torno a las nuevas
tecnologías es un patrimonio exclusivo de los incluidos digitales,
montando, consecuentemente, un manto de oscuridad sobre el otro
lado de la divisoria donde reinaa la pasividad material y simbólica
respecto a las TIC. Asimismo, la capacidad de imaginación y repre-
sentación les es negada a estos sectores, obliterando la posibilidad de
disputa por el sentido de las TIC (Winocur, 2006). Por lo tanto, no
se puede hablar de una verdadera democratización del acceso, el uso y

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