Las taquilleras del Metro

AutorMarta Lamas

Cuando el Sistema de Transporte Colectivo (STC) arrancó en 1969, había hombres en la taquilla, con base y prestaciones. Cuando unos años después se decidió cambiarlos por mujeres, a ellas les quitaron la base y argumentaron que sus funciones eran "de confianza", con lo cual no tenían posibilidad de entrar al escalafón ni de gozar de ciertas prestaciones. Obvio que el objetivo fue tener a 625 personas sin prestaciones ni posibilidades de sindicalización.

La lucha de las mujeres, emprendida en 1973, fue cobrando fuerza hasta que las taquilleras lograron la base y pudieron formar parte del sindicato del STC. Desde entonces su batalla ha seguido con el fin de mejorar sus condiciones de trabajo. Había entonces, y sigue habiendo ahora, tres turnos de taquilleras. Las del primero y tercer turnos deben abrir y cerrar las taquillas antes y después de que el Metro funcione. Las primeras llegan antes de que el Metro marche, y las últimas se van después de que sale el último carro. Una demanda fue la de contar con un transporte que les hiciera menos difícil llegar e irse, pues los robos eran cosa de todos los días y había habido varias violaciones. Hoy ya hay transporte, aunque para ciertas compañeras tomarlo implica levantarse a las 3:00 de la mañana.

Otras cuestiones siguen muy similares; por ejemplo, si a la hora de cambiar turno no se presenta la otra taquillera, quienes se hallan laborando deben quedarse hasta que llegue una suplente. Esto puede tardar dos horas, y si no se consigue suplente, tienen que quedarse a doblar el turno, sin importar que no hayan comido o que tengan algún compromiso. Si son obligadas a doblar turno sin aviso, al menos ya les pagan esas horas extra. Afrontan asimismo problemas derivados del manejo de dinero, que van desde reponer algún billete falsificado hasta no contar con cambio a ciertas horas, lo que también desata la furia majadera de algunos usuarios.

Los que siguen siendo problemas graves es ir al baño e ingerir alimentos. Se espera que trabajen siete horas seguidas sin comer y sin ir al sanitario. A cambio de la hora reglamentaria para alimentarse, se les "compensa" con cinco pesos (sí, leyeron bien, cinco pesos), que es lo que cuesta el boleto en los comedores que instaló la empresa en algunas terminales. ¿Se imaginan pasarse todos los días laborales, todas las semanas, todos los años, sin poder ingerir alimentos en ese lapso? Muchas se arriesgan a sanciones si son vistas tomándose una fruta o un café.

Sin...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR