De la supremacía constitucional y de la división de poderes

AutorElisur Arteaga Nava

Es un hecho: el Congreso de la Unión ha perdido su calidad de ser contrapeso a los excesos y caprichos presidenciales. Se ha convertido en una instancia de confirmación. Ha dejado de ser parlamento, en el que afloren conceptos y concilien divergencias. Se ha dejado de parlar, como sinónimo de hablar, de donde viene el término parlamento, para expresar y oír los puntos de vista de los legisladores, que del intercambio se logren leyes y decretos sin vicios, que contribuyan a la conservación del orden público.

Los legisladores de Morena y sus cómplices han convertido al Poder Legislativo en un apéndice del Poder Ejecutivo.

Tenía entendido que la Constitución es de naturaleza suprema. Ello significa, entre otras cosas, que todo el orden normativo ajeno a ella es inferior y que, para ser válido, requiere estar de acuerdo con ella y no contradecirla.

La Cuarta Transformación, con la complacencia del Congreso, nos lleva a un gobierno totalitario, absoluto y sin controles. Su acción se ha enderezado contra diferentes instituciones: el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que organizan y supervisan y califican el proceso electoral. También es objeto de su ataque el INAI, que lo obliga a informar veraz y oportunamente. Contra el Conacyt, que garantiza una investigación objetiva, seria y sistemática. Contra la UNAM, una institución autónoma, por lo mismo, sus órganos de autoridad pueden decidir cómo desempeñar las funciones que tiene encomendadas. Desaparecerá el Insabi con el fin de ocultar el despilfarro que su existencia implicó y evitar que quienes lo administraron tengan que rendir cuentas. La Financiera

Nacional de Desarrollo Agropecuario, con el propósito de que no se sepa que los recursos que manejó fueron usados con fines clientelares y de proselitismo.

Anteriormente se desvirtuó la Guardia Nacional. Pese a que por mandamiento constitucional (art. 21) debe ser de naturaleza civil, por virtud de una ley secundaria se intentó ponerla bajo el mando y supervisión de las autoridades militares. Lo preocupante es que tres miembros de la Suprema Corte, ministro y ministras, hayan considerado que esa acción presidencial es constitucional. Olvidaron que protestaron cumplir con la Constitución, respetarla y ser imparciales.

El señor ministro que consideró legal el sometimiento de la Guardia Nacional a la Secretaría de Defensa Nacional olvidó que a las normas imperativas debe darse una interpretación más en el sentido de que...

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