Subjetividad y política en América Latina

AutorEnrique Guinsberg
CargoProfesor-investigador del Departamento de Educación y Comunicación de la UAM Xochimilco. Codirector de la revista Subjetividad y Cultura
Páginas215-237

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¿Es válida y necesaria la inclusión de la categoría de subjetividad en los estudios políticos, en este caso de América Latina, pero en realidad como una interrogante general? Puede parecer que la pregunta no tenga sentido, ya que difícilmente estudiosos serios responderían de manera negativa. Sin embargo, no es ociosa al observar—como lo mostraría de manera categórica una muy rápida revisión bibliográfica y de las ponencias de los últimos congresos de especialistas en ciencias sociales— cómo se trata de una problemática escasamente trabajada dentro del amplio campo de las ciencias sociales; vista sólo como aspecto complementario o secundario de los estudios políticos, económicos y sociales; propuesta como una necesidad que debe hacerse, pero que no se realiza y se posterga, o vista desde premisas cuestionables. Fenómeno inverso al que ocurre en el mundo psi, donde se reduce y desvaloriza (sin nuncaPage 216 negarla pero esterilizándola al no concretarla a la realidad específica de cada momento histórico) la incidencia de los factores histórico sociales en la subjetividad. Y si esto deviene en un notorio psicologismo de serias consecuencias y justamente criticado, lo anterior provoca un igualmente pernicioso sociologismo, economicismo o politicismo.1

Lamentablemente todo indica que continuarán estas posturas cerradamente disciplinarías —al menos respecto a la categoría de subjetividad—, porque indudablemente desde hace mucho se ha avanzado en la vinculación entre sociología y economía por ejemplo, sin una real comprensión de la transdisciplinariedad de los fenómenos sociales y de la dialéctica que se produce entre los aspectos político-sociales-económicos y los subjetivos, tal como se pretende analizar, aunque sólo sea parcialmente, en este trabajo. Pero también es de reconocer que existen cada vez más estudiosos e investigadores que al menos postulan y reconocen tal vinculación (aunque no siempre la incluyen y desarrollan)2.

Un ejemplo casi paradigmático al respecto puede ser el de un conocido politólogo norteamericano que plantea: "Entre la situación de desigualdad objetiva y la respuesta de los grupos discriminados están las percepciones, valoraciones, expectativas —en una palabra— la psique de las personas. Para extrañeza y desaliento de los activistas que luchan por despertar a estos grupos minusválidos para que se rebelen contra su suerte, la psique humana no siempre impulsa a los desheredados de la fortuna a luchar por un trato igualitario, a veces incluso, ni tan siquiera a desearlo".3

Casi paradigmático, porque se reconoce (a través de un claro y conocido caso) la incidencia e importancia del nivel subjetivo en la realidad social y política —incluyendo nociones como frustraciones, resentimientos, etc.—, pero también porque las más de las veces quedan en señalamientos o en planteos de una especie de conductismo social o colectivoPage 217 donde se reconocen (o miden a través de encuestas y otras metodologías) algunas tendencias, pero sin un marco comprensivo del origen y porqué de las mismas con base en el conocimiento del psiquismo.

Igualmente es preciso reconocer que tal vinculación está desarrollada más pragmática que teóricamente, las más de las veces con fines de obtención de ganancias concretas (económicas, políticas, etc.) y realizadas por profesionales que colocan sus conocimientos al servicio de la mercadotecnia, la publicidad y la propaganda, las prácticas electorales, etc., para lo que requieren un saber auténtico sobre las "necesidades" y estados subjetivos de la población o grupo social al que se dirigen.4 Si bien muchos consideran a estos conocimientos y prácticas como "manipulativas", lo cierto es no sólo que se realizan sino también que múltiples veces tienen resultados aceptables y valiosos para sus propósitos. En este sentido existe una amplísima gama de experiencias y referencias teóricas realizadas por profesionales diversos (sociólogos, semiólogos, del campo psi, etc.) no sólo respecto al ámbito de la oferta-demanda de mercancías, sino también cada vez más en torno a la difusión de propaganda política, sea ésta con fines electorales o para promover programas políticos, económicos y sociales tendientes a ganar para su causa a una población determinada, hechas con plena conciencia de que este apoyo se obtiene más con base en aspectos emocionales y afectivos que racionales, para lo que se requiere del conocimiento o de la percepción de carencias, necesidades y deseos de la población y sus sectores sociales.

Percepción y conocimiento del que han carecido, y siguen careciendo, los militantes y teóricos del campo marxista—sobre todo en su dominante vertiente stalinista con centro en la ex Unión Soviética y sus seguidores, aunque con importantes excepciones en Gramsci y algunos teóricos que trabajaron fuera del llamado "socialismo real"—, desconocedores y negadores de una noción de subjetividad que fue reemplazada por una visión notoriamente sociologista que veía a lo "ideológico" (y lo psíquico como una de sus partes) exclusivamente como reflejo superestructural de la estructura económica. Visión que surge de la deformación y visión unilateral de un conocido planteo de Marx ("La esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en realidad, el conjunto de las relaciones sociales")5 y se proyecta en el marco reflexológico que fue la referencia teórica oficial de tal "marxismo". Por supuesto este no es lugar para un análisis de estaPage 218 postulación "marxista"6 ni de sus consecuencias, que para este caso no sólo son teóricas e incluso epistemológicas sino esencialmente políticas, incluyendo en esto tanto su incapacidad para la propaganda política7 como parte de la responsabilidad de la caída del bloque de países de Europa del Este (en el sentido de no saber ver ni comprender el estado emocional de la población y sus deseos y expectativas, los que veían desde la cerrada y mecánica perspectiva antes descrita).8 Ya se verá más adelante cómo el mundo occidental triunfó ampliamente en lo referente al conocimiento e incluso control de la subjetividad, no sólo de sus integrantes sino también accediendo al de los de su exbloque antagónico.

Las premisas centrales de un estudio respecto a la vinculación entre subjetividad y procesos sociales y políticos parten de la dialéctica antes señalada: fundamentalmente de cómo estos últimos actúan para formar modelos de sujetos que acepten, reconozcan y justifiquen social y psíquicamente las premisas económicas, sociales y políticas vigentes, posibilitando así, sin mayor violencia, su mantenimiento y reproducción e incluso combatiendo a quienes se opongan a las mismas; pero también reconociendo las mencionadas necesidades y deseos subjetivos que posibilitan los diferentes niveles de lo anterior y actúan a su vez sobre las esferas políticas, económicas y sociales.

Esto siempre ha ocurrido, y la única diferencia con el pasado es la posibilidad de conocer y comprender de manera intelectual procesos (y actuar sobre ellos) que antes respondían a mecanismos más "naturales" y a la capacidad más o menos intuitiva de líderes y caudillos (como incluso hoy sigue ocurriendo en niveles locales de muchas sociedades e incluso en naciones menos desarrolladas). No es por supuesto el momento de hacer una larga enumeración de ejemplos al respecto y bastará con recordar algunos clásicos; entre ellos cómo el modelo de sujeto del periodo de transición del feudalismo al capitalismo en Europa tuvo las características, fomentadas por la ética protestante, que posibilitó el proceso de acumulación: orden, avaricia, frugalidad y moderación que hoy la psicología actual definiría como prototípicas del neurótico obsesivo, pero que eran "sanas" y "normales" para su época, de la misma manera que hoy son contrarias a las necesidades de un modelo que requiere de un alto nivel de consumo, por lo que sólo mantienen algunas dePage 219 esas características (orden y limpieza, pero no las restantes).9 Respecto a la relación entre subjetividad y proceso social de tal periodo recuérdense las ideas diferentes, pero implícitamente coincidentes de su existencia, de Marx y de Weber (el primero dando preeminencia al factor productivo como formador de un modelo de sujeto acorde a sus necesidades vía la ideología, y el segundo a la inversa).

Para otros momentos bastante más cercanos, y en otra perspectiva, es pertinente recordar cómo la histeria fue el cuadro psico patológico dominante a fines del siglo pasado y comienzos del presente, hecho que Freud vinculó por primera vez como causado por la moral victoriana dominante en tal periodo. Mientras tanto, la situación es muy diferente ante los cambios que desde hace varias décadas se han producido en la vida sexual y las costumbres de nuestro tiempo, razón por la que ha cambiado notoriamente la psico(pato)logía del hombre contemporáneo.10

Es de tal manera que han surgido, surgen y sin duda lo seguirán haciendo, las distintas formas psico-sociales-históricas que, desde diferentes marcos teóricos, se conocen como carácter social (Fromm), personalidad básica (Kardiner), personalidad aprobada (Benedict), etc.,11 conceptos que indican y muestran elementos incuestionables de la vinculación subjetivo-social. Aunque es de reconocer que, en general, el estudió y la investigación sobre esta relación, tanto teóricamente como respecto a situaciones concretas, está bastante lejos de lo que requiere su importancia, en gran medida por las razones apuntadas en el inicio de este trabajo, pero también por las "modas" actuales del campo intelectual de nuestra época que marcan una notoria psicologización de los análisis, una tendencia "estructural" que evita...

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