Y los soldados torturadores

AutorGloria Leticia Díaz

Él y otros 10 policías municipales de Tijuana fueron arrestados por órdenes del secretario de Seguridad Pública local, el teniente coronel Julián Leyzaola, y por el director de la Policía Municipal, el capitán Gustavo Huerta. El grupo de uniformados fue conducido a la II Zona Militar en septiembre de 2009, donde fueron torturados y obligados a firmar declaraciones que los vinculaban con el crimen organizado (Proceso 1 722).

El 5 de noviembre último, en el marco de la 1 37 Sesión Ordinaria de Audiencias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), varias organizaciones sociales expusieron el caso de los policías municipales de Tijuana y los de otros agraviados por elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional.

En los otros casos las víctimas son dos policías ministeriales, 25 policías municipales y cuatro civiles. En ambos, los agraviados están presos en el penal de alta seguridad de El Rincón, Nayarit, procesados por presuntos vínculos con el narcotráfico y secuestro, respectivamente.

Las organizaciones que interpusieron la queja fueron: la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de Derechos Humanos (CMDPDH), la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noroeste (CCDH) y el Observatorio Ciudadano de Derechos Humanos de Baja California (OCDH-BC).

En aquella ocasión, Luis Castellanos, hermano de Ricardo, viajó a la sede de la CIDH en Washington y participó en la audiencia denominada Seguridad Pública y Derechos Humanos en Tijuana, Baja California. Ahí denunció que ni la CNDH ni la PGR habían atendido la denuncia que implicaba a elementos de la II Zona Militar (Proceso 1 724).

Un mes después de la audiencia, el 6 de diciembre, Ricardo Castellanos fue puesto en libertad, junto con sus 10 compañeros, quienes estaban arraigados en el hotel Tijuana Inn.

Ese día, relata, "alrededor de las 10 de la mañana llegó un agente del Ministerio Público y nos hizo firmar un documento que no pudimos leer, y nos dijo que nos fuéramos. Al salir, señoras y niños que esperaban la visita, así como agentes federales, nos aplaudieron. Estos últimos sabían que los militares habían cometido una arbitrariedad contra nosotros, pues así nos lo hicieron ver durante el arraigo".

El día del arresto, el 1 6 de septiembre, Ricardo fue trasladado a la II Zona Militar por indicaciones del capitán Gustavo Huerta. En ese lugar sus captores le vendaron los ojos y le inmovilizaron pies y manos, incluso lo envolvieron en una cobija.

Con voz entrecortada, relata...

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