Sociedad y el endeudamiento descontrolado

AutorBeatriz Castelán García
CargoAcadémica de la División de Estudios de Posgrado, FCA-UNAM
Páginas64-64
CONTADURÍA PÚBLICA / JUNIO 2013 64
Sociedad y el endeudamiento
descontrolado
HORIZONTES
C.P.C. y C.I.A. Beat riz Castelán García
Académica de la División de
Estudios de Posgrado
FCA-UNAM
Hace algunos a ños, con motivo de una in-
vestigación en la i nstitución fi nanciera
donde trabajaba, tuve l a oportunid ad de
tener contacto direc to con un grupo de
personas físic as endeudada s por medio
de Tarjeta de Crédito ( TC), en situación de
impago, que se encontraban dem andadas
y en el buró de crédito. Esa e xperienci a me
llevó a conocer, de primera m ano, que los
sujetos en cuestión, en l a mayoría de los
casos (más de 60%) había n llegado al pro-
blema de insolvenci a, “sin darse cuenta de
cómo se había incrementado s u deuda” y
de “cómo disminuía –c omparativa y para-
lelamente- su pode r de pago”.
Se sentían conf iados en que pagando cada
mes el mínimo que dete rminaba la insti-
tución fina nciera, todo irí a bien y, desde
luego, continuaban comprando y pag ando
con su TC, hasta que su s circunst ancias
particu lares estanc aron sus ingresos, los
disminuyeron o no se inc rementaron
como lo esperaban y se ini ciaron los pro-
blemas derivado s del no pago o de un
pago inferior al re querido, con el conse-
cuente efecto en las t asas de interés y los
respectivos cargos y castigos.
En este contexto algo i nteresante resultó
saber: ¿en qué habían g astado? En este
sentido pude conocer, con sorpresa, que
también en su mayor ía, habían “aprove-
chado” ofertas y o portunidades diversas,
generalmente refer idas a bienes o serv i-
cios no necesarios, por c antidades no
cuantiosas, p ero sí múltiples y frecuentes;
es decir, en cosas menores que no recorda-
ban ni ubicaban . Explicado de otro modo,
poco a poco, sin percibirlo, du rante mo-
mentos de fugaz “gust o”, sin ninguna ra-
zón de fondo se encontraban con un pro -
blema que no podían m anejar y requería n
de apoyo mediante a lgún plan de ree s-
tructur a o algo simil ar. Retomo esta ex-
periencia debido a que e n este momento
se observa que la c artera vencida de TC se
ha incrementado en for ma acentuada, lo
cual ya resu lta en un asunto que preocupa
para un import ante sector de la población
usuari a de TC. En ello no result a ocioso
señalar que l a situación se ve favorec ida
por un entorno voraz que a lienta los “con-
sumos irref lexivos”; que resulta lucrativo
para el sector respon sable de la emisión y
distribuc ión de tarjetas por diversas v ías
(factor multiplicador de l problema) a gen-
te con problemas de pago, así como par a el
sector comercial que es timula este tipo de
acciones inducidas e i ncontroladas de
compra por medio de las TC pa ra lograr
ventas a sujetos que de otra for ma no le
comprarían. A lgunos consideran este u so
del crédito muy alejado de l as sanas prác-
ticas, en mater ia del manejo de finanza s
personales.
Sin embargo, el origen de l a problemática,
se encuentra en una p oblación con falta
de educación fina nciera para el uso pro -
ductivo y saludable d el crédito y, desde
luego, también alejad a, por múltiples cir-
cunstanc ias, de la práct ica del ahorro
como un instru mento para lleva r a cabo
planes y objetivos per sonales a largo pla-
zo, más all á del consumo insens ato, pre-
sente en una socied ad del gasto, con pers-
pectivas in mediatista s, que rápidamente
se desvanecen y deja n en el consumidor
sensaciones de ar repentimiento e inco-
modidad y, en términos rea les, deudas
crecientes que afect an la vida de los res -
ponsables, pero que tamb ién se reflejan
en la sociedad.
Hablar de la soc iedad no se deriva de l a
imagina ción, sino de actos probados de
individuos con presiones económ icas,
como las antes descr itas, con requeri-
mientos apremiantes de rec ursos que los
hace susceptibles de c aer, en cualquier
oportunid ad que se presente en el medio
ambiente, para incu rrir en actos i lícitos
que les permita super ar sus crisis. En es-
tos casos la óptic a de los individuos frente
a la presión y necesidad ca mbia, y pueden
considerar norma l que el fin justif ique los
medios y, por lo tanto, considerar como
lógico y natura l aprovechar las oportu ni-
dades que cualq uier debilidad de cont rol
que se presente dentro de sus organ iza-
ciones o en el medio ambiente pa ra apro-
vecharla como u n salvavida s frente a su
situación. Por ello, la s ituación per se de
sobreendeudamiento const ituye un foco
de alerta d igno de atención. De ahí surge
la importanc ia de fomentar en la socied ad
la cultur a de autocontrol del consumo con
perspectiva s de futuro persona l en los
planos patrimon ial y de bienestar, que en-
caucen los deseos a actos de concie ncia y
disciplin a sobre los mensajes de consumo
inconsciente y desbordado, a pes ar de las
acciones publicitar ias del entorno que no
se pueden controlar tend ientes a inducir
lo contrario.
Frente a ello los conocedores del compor-
tamiento humano re comiendan forta le-
cer la conciencia en l a decisión individual
de cada compra. Gast ar en función del in-
greso, racional izar la compra en f unción
de necesidades, procur ar el ahorro, no te-
ner deudas acumu ladas por gasto cor rien-
te, hacer cuentas pa ra tomar concienci a
numérica de los nuevos adeudos y m ane-
jar las posibi lidades financieras rea les en
coordinación con meta s.
En suma, sal ir del sobreendeudamiento e
iniciar por med io del autoconvencimiento
y autocontrol, un consumo respons able y
concordante con miras a l bienestar perso-
nal a razona ble distanci a de sobresaltos
financieros. A sunto de import ancia so-
cial, má s allá de lo person al, en este am-
biente de contradicciones, debido a que
las crisi s financier as personales puede n
propiciar camb ios conductuales no imag i-
nables, por ejemplo, fraudes, fa lsificacio-
nes y cualquier t ipo de ilícito que coloque
al individuo y a l a sociedad frente a pro -
blemas mayores.

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