Para Sochi, una defensa carísima

AutorPatricia Lee Wynne

Vladimir Putin tiene 61 años y una cuarta parte de su vida ha estado al mando de Rusia: tres meses fue presidente interino; cuatro años, primer ministro, y durante una década ha sido presidente. Ha enfrentado retos de todos los calibres y hoy acomete uno de los mayores: la celebración de unos Juegos Olímpicos de invierno entre amenazas y duras críticas.

El exespía de la KGB quiere inscribir su nombre en la historia gracias a las indómitas montañas del Cáucaso. No por las guerras contra Chechenia ni por los actos extremistas que frecuentemente ocurren ahí desde que él gobierna, sino por el certamen deportivo que se celebrará en la ciudad de Sochi a partir de este viernes 7.

Ante todo, necesita garantizar que los 2 mil 500 atletas de más de 80 naciones que competirán durante 17 días estarán a salvo del extremismo. También debe salvaguardar a los 400 mil habitantes de la localidad y al medio millón de turistas que se esperan.

El riesgo es alto. En diciembre pasado, dos suicidas se hicieron explotar en la ciudad de Volgogrado y mataron a 33 personas. Cualquier ataque en Sochi resquebrajaría la imagen internacional de Putin y de Rusia.

Además, el presidente afrontará protestas contra las leyes homofóbicas aprobadas el año pasado, el gasto excesivo, la corrupción y el enriquecimiento de quienes construyeron las instalaciones deportivas.

La responsabilidad se incrementa porque ese país nunca había sido sede de los Olímpicos de invierno, a pesar de que sus atletas suelen ocupar los primeros lugares en las competencias. De los 21 certámenes realizados desde 1924, 12 fueron en Europa, seis en Estados Unidos y dos en Japón. Esto implica que Rusia tuvo que construir casi desde cero la infraestructura de nivel mundial que se requería en Sochi.

Esa nación está acostumbrada a las obras faraónicas: Pedro El Grande construyó San Petersburgo sobre los pantanos, Stalin erigió ciudades enteras, vías ferroviarias, carreteras, minas y fábricas a lo largo de la vasta y gélida Siberia, y Putin quiere imitarlos. La declaración que el suizo Gian-Franco Kasper, miembro del Comité Olímpico Internacional, dio al diario Rus-sia Today el 28 de enero lo dice todo: "Lo que nosotros (los suizos) hicimos en los Alpes en 150 años, Rusia lo hizo en seis".

Así, Sochi, un balneario veraniego de clima subtropical donde Stalin pasaba sus vacaciones, se ha convertido en uno de los más modernos centros deportivos del pla-neta. Las obras están divididas en dos: El complejo costero...

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