SOBREAVISO / Tropiezos sin zancadillas

AutorRené Delgado

A saber, si el futuro será como lo imagina el presidente de la República. Por lo pronto, ese momento aún no llega y cuanto ocurre en el presente no es presagio de bienestar ni bienaventuranza.

La comprensible velocidad impresa a la acción política no corresponde a la capacidad de movimiento de la estructura de gobierno ni la gana de hacer cosas es compatible con la cantidad de recursos económicos disponibles. Tal desfase está provocando tropiezos que, en un descuido, pueden llevar a una fractura. Una ruptura que, en la condición de fragilidad del país, podría resultar fatal.

Se entiende, desde luego, la cada vez más insistente solicitud presidencial de darle oportunidad y tiempo para cumplir su cometido, pero ello no obsta para pedirle, a cambio y en correspondencia, serenidad en la actuación. La misma que él tanto recomienda tener a los demás.

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La precipitación y la falta de cálculo en la actuación han generado ya problemas.

En nombre del combate al robo, desabasto de combustibles. A fin de acabar con la corrupción, falta de medicinas. Con el objeto de revisar a los proveedores, retraso en la impresión de los libros de texto. En aras de rehacer el padrón de beneficiarios, tardanza en la entrega del apoyo económico a personas de la tercera edad. Con la finalidad de ahorrar recursos, intensificación y prolongación de la crisis ambiental que golpeó a la megalópolis. En el empeño de replantear el sistema de salud, desatención a los pacientes y otras ciudades del país. Con el ánimo de no incurrir en déficit, recortes presupuestales donde ya no hay grasa, sino músculo y tejido en la función pública.

Nada objetable hay en los propósitos, incluso el comportamiento ciudadano frente al problema ocasionado por la lucha contra el huachicol fue paciente y solidario. Sin embargo, mucho hay que cuestionar en el modo de pretender alcanzar los objetivos, sobre todo, cuando los afectados son quienes justamente la administración quiere rescatar de la marginación y el olvido, los más necesitados.

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A la par de los efectos causados por ese reajuste, hay otra cuestión igualmente preocupante: la inversión pública en obras de infraestructura sin garantía de su utilidad y retorno económico.

En ese otro ámbito ocurre lo mismo que con el combate a la corrupción y el ahorro de recursos; hay apoyo a la idea de rescatar la industria petrolera y de impulsar la inversión pública, pero inquietan los proyectos, los términos y el ritmo propuestos. Se respalda...

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