Simula, y haz lo que quieras

El año que comienza nace con una mezcla paradójica de escepticismo y esperanza, evocadora del dios Jano de la mitología romana representado con dos caras de perfil mirando a lados opuestos, una al pasado y la otra hacia el futuro; por eso se le conoce como Jano Bifronte. Deidad primordial del panteón romano, Jano era el dios de los comienzos, las puertas, las transiciones, el tiempo, la dualidad y los finales. El mes de enero debe su nombre a Jano, del latín Ianus, Ianuarius, de donde surgió January en inglés, Januar en alemán y Janvier en francés; en español, enero deriva de las voces Janeiro yJanero.

Así, bajo el signo y el sino de Jano, empieza el 2018 en México: mientras unos se aferran al pasado, otros aspiramos a un porvenir libre de los lastres originados e incrustados en el atraso político del país, causa del rezago social y el estancamiento económico. Este año nos enfrentaremos nuevamente al dilema de Jano, optar por la obsolescencia política o por un futuro esperanzador. Sin embargo, el panorama electoral no es promisorio; acaso lo único alentador sea que se acerca el final del nefasto gobierno de Enrique Peña Nieto.

El año que termina se cumplieron cuatro décadas de la malograda transición democrática, y en éste se cumplirán 18 años de la alternancia, los doce primeros gobernados por el PAN (la "docena trágica") y este sexenio por el PRI, el partido "Dorian Grey": tras el rostro (ya no tan) joven del presidente Peña Nieto se oculta la realidad de un individuo, un gobierno y un partido consumidos por la corrupción política y moral. En ese lapso, el dinosaurio priista ha logrado inseminar a la clase política, sin distinción de colores o "ideologías" -que hoy han sido sustituidas por la mercadotecnia-, contagiándoles un burdo pragmatismo sin freno ni pudor, hoy representado por las tres coaliciones en contienda.

Sin decoro alguno, la tríada de alianzas ha espetado en el rostro de los electores su ansia desmedida de poder, repartiéndose posiciones y cargos entre las élites partidarias, pisoteando "principios" y con malabares verbales en su intento por manipular la voluntad ciudadana insultando su inteligencia. Paralelamente, la contienda tiende a centrase en los candidatos de las tres coaliciones, lo que ha dado lugar a un duelo de ocurrencias, simulaciones y demagogia.

Quien más difícil la tiene para escalar del tercer lugar en que se encuentra es el candidato tricolor. Además de cargar con el desprestigio y rechazo al partido que...

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