Sergio Ramírez y "Tongolele no sabía bailar"

AutorAlberto Paredes

La historia empieza significativamente con el cruce sigiloso y clandestino de una frontera centroamericana. Libros como éste se colocan por fuerza en tierra de nadie y se exponen a críticas y polémica desde los diferentes frentes ideológicos. Fronteras, clandestinidad, reclamo de libertades democráticas, incluyendo el derecho a expresarse individual y colectivamente. ¿Es eso posible en la Nicaragua contemporánea? Ramírez trasluce su parecer: degradación del Estado de derecho y corrupción de los cuerpos policiacos y políticos. Acude a un realismo detallista que da vida al relato. Los personajes alternan de una manera afín a como podrá suceder en la realidad: organismos públicos rivales entre sí; imprevistas figuras de la vida privada con influencia y participación a través de nexos discrecionales. Contrataque desde las redes sociales.

Habrá que advertir al lector que quien aquí se nombra Tongolele no es la célebre bailarina Yolanda Montes, sino un "jefe de servicios secretos y personaje ubicuo; una biela maestra, pero silenciosa, de la máquina del poder". Dos cosas en común: el mechón blanco y las delirantes contorsiones, ella con su cuerpo y él por las calles y tugurios del poder en Nicaragua. En él deposita Ramírez lo que muchos latinoamericanos imaginamos que deberán ser las cualidades negativas de esos sujetos. Su capacidad para obedecer y ejecutar órdenes, el instinto para improvisar sobre la marcha sin perder de vista el objetivo de aplastar al rival.

En la otra esquina se le enfrenta, proveniente, en la ficción, de la vieja guardia sandinista, el héroe cuyo nombre es una broma triste: Dolores Morales. Ramírez logra que la novela como arena política sea un intenso thriller "en tiempo real". Como en los folletines, dos bandos en el que el malvado lo es hasta la saciedad y el héroe opositor es humanamente bueno, es decir, de manera imperfecta y compleja. A cada cual lo entorna su corte. En los personajes complementarios reside parte de la gracia del libro; los definen notas chispeantes, gestos y giros expresivos, una feria de figurantes en un país de nuestros días. La sociedad son ellos, somos todos, sugiere el libro. No hay figuras impolutas, y lo que sucede en el gabinete presidencial y los ministerios queda a la sombra de las páginas.

Escenarios y peripecias modelados con tino. Al mismo tiempo justificados en la trama y...

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