Séptimo aniversario luctuoso de don Julio. Ante el periodismo, "entrega total, lealtad absoluta"

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- 7 de enero de 2015. Mediodía. Un hombre grita: ¡No! mirando fijamente la pantalla del televisor. El dueño de la pizzería sube el volumen del sonido. La voz alterada de un reportero desgarra el silencio sepulcral que envuelve ahora la sala del restaurante. Nos quedamos todos petrificados viendo las imágenes del despliegue policiaco que rodea una callecita parisina y sus alrededores.

Es la calle Nicolas Appert donde Charlie Hebdo tiene su sede. Terroristas islámicos acaban de perpetrar un atentado contra el semanario satírico. Dos hombres encapuchados salieron del edificio de Charlie blandiendo sus metralletas y aullando: "¡Vengamos al profeta Mahoma!", antes de huir en un auto.

Me encuentro en Biarritz buscando las huellas de Porfirio Díaz, quien solía veranear en ese elegante balneario del país vasco galo durante su exilio en Francia. Uno de los historiadores de la ciudad acaba de señalarme que una de las mansiones alquiladas por el dictador se convirtió a mediados del siglo pasado en una tétrica casa de citas.

Justo antes de enterarme del ataque contra Charlie Hebdo me estaba preguntando si a don Julio le iba divertir la anécdota o si la iba a encontrar demasiado trivial.

El atentado borra su hipotética sonrisa y cancela el reportaje.

Me subo al primer tren para París. Prendo mi celular. Un mensaje me salta a la vista. Hoy no recuerdo quién me lo mandó ni en qué términos me anunció el fallecimiento de don Julio. Sólo recuerdo una borrasca helada y un inmenso vacío.

Lo sabía hostigado por muchos males, entrando y saliendo de hospitales, aguantando estoico o furioso achaques despiadados. Pero egoístamente necesitaba saberlo vivo.

En febrero de 1977 don Julio hizo mucho más que abrirme la puerta de Proceso. En verdad me ayudó a dar sentido a mi vida.

Aprendí el oficio de reportera en la ruda Redacción de Fresas 13 bajo su vigilancia intransigente y sólo empecé a cobrar existencia a sus ojos cuando intuyó que para mí el oficio se había convertido en pasión y que estaba dispuesta a sacrificarle no todo, pero sí bastante. Era lo que se exigía a sí mismo e implícitamente era lo que exigía a cada uno de nosotros en esos tiempos antediluvianos. Entrega total y lealtad absoluta.

En el vagón del tren los pasajeros sólo hablan de Charlie Hebdo. "Una carnicería", "Mataron a toda la Redacción de Charlie", "Hay sobrevivientes", "Siguen sin dar con los terroristas".

Sus voces angustiadas. La violencia y la muerte que brotan en cada una de sus palabras. Los periodistas y los caricaturistas de Charlie asesinados. Don Julio fallecido.Todo se mezcla.Todo se confunde...

Por la ventana del tren desfila a toda velocidad el lúgubre paisaje invernal. Huye tan rápido como se va la vida.

A don Julio le hubiera brincado esa última frase. "Suena a bolero, señora. Demasiado cursi. ¿Qué le pasa?".

...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR