Secuelas olvidadas de un conflicto sin fin

AutorBeatriz Lecumberri

BEIT JALA, CISJORDANIA.- La mayor tristeza de Mohammed Ziada es que se le olvidó rezar. La plegaria musulmana repetida casi mecánicamente desde su niñez se esfumó de su memoria. El problema se resolvería fácilmente si pudiera recitar la oración con el Corán en la mano, pero este palestino de 19 años también es incapaz de leer.

La bala que atravesó la parte izquierda de su cabeza el pasado 7 de octubre lo convirtió en minusválido y le robó el futuro, aunque el joven, aún conmocionado, no logre todavía darse cuenta de los límites que van a perseguirlo toda la vida.

Como cada mañana, Mohammed acude a su sesión diaria en el Hospital de Rehabilitación de la ciudad palestina de Beit Jala, donde lleva varias semanas internado. Llega en su silla de ruedas, silencioso y con la mirada errátil. Es un hombre roto, en el sentido literal de la palabra. Su cabeza partida y aún sin cicatrizar muestra una profunda hendidura que el cabello, negro y espeso, no logra cubrir.

Edmund Shehadeh, fisioterapeuta y director del hospital, lo recibe con unas palmaditas en el hombro y le reta a caminar. "Todos sabemos que puedes andar". Y funciona. Mohammed se levanta titubeante de su silla de ruedas y da unos pasos inseguros hasta llegar a la cama donde lo espera un fisioterapeuta.

"Hace un par de semanas no podía dar un paso y la parte derecha de su cuerpo estaba muerta", dice Shehadeh, elevando la mano derecha de Mohammed, que consigue mantenerla en alto varios segundos.

"Pero será un minusválido de por vida", susurra el director.

Aquel 7 de octubre los enfrentamien-tos entre palestinos y soldados israelíes sorprendieron a Mohammed cerca de la colonia de Beit El, no lejos de la ciudad palestina de Ramallah, en Cisjordania.

Su hermano, quien lo acompaña en el hospital, asegura que no formaba parte del grupo de manifestantes y había salido a comprar material para la tienda de repuestos eléctricos que desea abrir en su pueblo. Tal vez sea así o tal vez se vio arrastrado por sus amigos estudiantes, quienes estaban arrojando piedras a los soldados.

En el fondo no tiene mayor importancia. Lo que sucedió después quedó grabado en varios videos: del grupo de manifestantes emergen cuatro hombres que, como el resto, llevan el rostro cubierto con los tradicionales pañuelos palestinos. Hablan árabe a la perfección y hasta hace segundos lanzaban piedras contra los soldados, pero son israelíes infiltrados, los mustarabin, como se les llama en Palestina, "quienes pretenden ser...

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