Un secretario acotado

AutorÁlvaro Delgado

Cuando lo nombró secretario de Gobernación, el 14 de julio del año pasado, Felipe Calderón describió al casi desconocido Francisco Blake Mora como un "operador político leal, práctico y eficaz", y le encomendó, "en mi nombre y representación", el diálogo con las fuerzas políticas, así como "acordar lo necesario" con los Poderes de la Unión y los gobiernos estatales.

Pero seis meses después de esa instrucción, el 7 de enero de 2011, las cosas cambiaron con la designación que hizo Calderón de Roberto Gil Zuarth como su secretario particular, a quien otorgó facultades políticas que correspondían a Blake.

Al dar posesión a Gil Zuarth, quien el 5 de diciembre de 2010 fue derrotado por Gustavo Madero en la contienda por la presidencia del Partido Acción Nacional (PAN), Calderón lo instruyó para encargarse de la agenda y de las giras, pero añadió:

"Y responsabilizarse, además, de la relación del titular del Ejecutivo federal con los otros poderes de la Unión, con las soberanías estatales y, desde luego, con los ciudadanos."

Para no dejar lugar a dudas, el propio Gil Zuarth precisó en esa misma ceremonia la dimensión de su influencia: "Esa es la principal responsabilidad que hoy se me encomienda: hacer política con altura de miras, limpieza de intención y claridad de propósitos".

Y añadió: "Asimismo, (Calderón) me ha dado instrucciones precisas de fortalecer las relaciones políticas de la Presidencia, con el propósito de sumar los empeños de los actores políticos y sociales a las buenas causas de la República y en orden a los objetivos que el gobierno federal se ha trazado".

En los hechos, el propio Calderón transgredió lo dispuesto por el artículo 27 de la Ley Orgánica de la Administración Pública, que en el inciso 14 establece las atribuciones y facultades de la Secretaría de Gobernación y de su titular:

"Conducir, siempre que no esté conferida esta facultad a otra secretaría, las relaciones del Poder Ejecutivo con los demás Poderes de la Unión, con los órganos constitucionales autónomos, con los gobiernos de las entidades federativas y de los municipios y con las demás autoridades federales y locales, así como rendir las informaciones oficiales del Ejecutivo federal."

Desde entonces, desprovisto de la influencia política -que tenía Gil desde Los Pinos-, Blake se encargó sólo "de hacer frente a dos retos de gran relevancia" que Calderón le encomendó en su nombramiento:

"Por una parte, promover e instrumentar la seguridad democrática como política de Estado, no como una lucha sólo del presidente o una lucha, o una política de un gobierno, sino como producto del acuerdo entre todas las fuerzas políticas y como verdadera política de Estado.

"Y por otra parte, el reto de generar los consensos y acuerdos necesarios...

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