De Santiago Cardoso Villegas

Señor director:

Imaginemos que el proceso electoral equivale, metafóricamente hablando, a ser democráticamente violado, con el privilegio de poder escoger a nuestro violador, es decir, sufragar para que nos viole el candidato y/o partido más simpático. Esta grotesca imagen describiría crudamente la perversidad de las elecciones en México a pesar de lo desagradable que resulta. ¿Por qué tendríamos que aceptar algo remotamente parecido?

El historiador Felipe Echenique I March lo expresa perfectamente I bien: "La razón no puede ser vencida I por el discurso de la conveniencia de I lo menos malo, pues en ello está la I renuncia al derecho más inalienable e imperceptible que tenemos los seres [ humanos de oponernos y resistir a nuestros verdugos. No es instinto de sobrevivencia. Se trata de convicción, de que la dignidad se antepone a lo que pareciera nuestra desgracia y fin manifiesto". (Palabra de Lector de Proceso 2000.)

El problema real de fondo en México no es votar o no votar; el problema sustancial es que participar en las elecciones equivale a perpetuar un Estado perverso y sacrificar nuestra dignidad.

El único camino digno es expresar un contundente "no" en estas elecciones para manifestar nuestro hartazgo ante la situación actual. Me apropio del sentido de las palabras del ministro Zaldívar: "Es momento de (..) enviar un mensaje claro (...) de que nuestro país debe dejar de ser un lugar en donde todo pasa y no pasa nada, en el que suceden cosas muy graves y no hay consecuencias".

Las consecuencias, en realidad, las padece la sociedad en la cotidianeidad a través de la corrupción e impunidad expresada como pobreza, violencia, inequidad, etcétera, y laceran en especial a los más vulnerables.

Repasando algunas de las portadas de Proceso en sus primeros 2000 números sólo puede observarse un patrón que reclama cambios fundacionales en el Estado mexicano.

Citemos libremente al Papa Francisco: "(en esta situación) el miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas (...) La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con poca dignidad".

La política neoliberal que implementa el actual Estado mexicano se traduce en que "grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR