Rumbo a Mondiacult México. La mutación del archivo documental

AutorJorge Sánchez Cordero

El 5 de octubre de 2020, en una acción concertada entre las policías francesa y belga, se requisaron en Lieja, Bélgica, más de 550 documentos históricos que habían sido robados de los archivos franceses. Entre los documentos sustraídos se encontraba una epístola de Luis XIII al cardenal Richelieu que daba cuenta del sitio de La Rochelle, ciudad atlántica de gran importancia estratégica que fue ocupada por los ingleses en el siglo XIV y liberada después por la armada franco-española. El volumen de los archivos hurtados por organizaciones criminales totaliza varias toneladas. Especialmente codiciados son los documentos relativos a los periodos revolucionario, consular e imperial franceses. Ello da cuenta de la magnitud que puede alcanzar el tráfico ilícito de este género de patrimonio cultural (PC).

Los archivos son bienes constitutivos de la conciencia social y su función cultural es muy clara: transformar la memoria en historia. Desde luego, el patrimonio documental queda sujeto al régimen de los archivos.

Estos últimos y el PC transitaban por senderos paralelos y el interrogante natural era si el archivo documental (AD) pudiera desleírse para facilitar su absorción por el concepto omnicomprensivo de PC.

El patrimonio documental (PD) no preexiste; se halla en permanente construcción. Son los archivistas quienes, con su esmero cotidiano, transforman los archivos en PD. Este fenómeno contrasta con otros ámbitos del PC en los que en los monumentos no existe transformación alguna y, por lo tanto, son seleccionados por el tiempo.

En su acepción occidental del siglo XX el PC estuvo dominado por la monumentalidad; posteriormente quedó sometido a un proceso de dilatación hasta nuestro tiempo, cuando se debate la inclusión del patrimonio digital, como es el caso del archivístico.

Una de las ideas motrices en cuanto a la determinación del patrimonio cultural material es que a los bienes que lo integran se les desprovee de su función de origen para transfigurarlos en bienes inmersos en una realidad simbólica socialmente reconocida, lo que obliga a ponerlos a salvo de la degradación o, incluso, de su desaparición. Por ello la caracterización del patrimonio cultural reside en un cambio de valor y de signos, propio también del archivístico.

La narrativa legal

La arquitectura legal del PD está constituida por dos ejes: la Ley Federal de Zonas y Monumentos Arqueológicos, Históricos y Artísticos (Ley de 1972) y la Ley General de Archivos (Ley de 2018)...

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