Rosario Castellanos: contra la abnegación

AutorMarta Lamas

A sus 46 años Castellanos es una feminista que ha madurado y pulido ideas que viene germinando desde hace tiempo, con una aguda observación de su entorno y su conocida lucidez. Todo ello cuaja en unas palabras que conmueven a muchas de las personas presentes e irritan profundamente a otras. La estrategia discursiva que nuestra escritora desarrolla establece una relación entre la situación de las mujeres, el mandato cultural de la feminidad y los problemas nacionales. Lo primero que hace es desmontar el consabido recurso de hablar de "La Mujer" y, en vez, distingue entre las diversas situaciones que viven las mujeres, con cuestiones centrales que siguen presentes hoy en día. Pero, sobre todo, suelta una gran provocación al decir:

La abnegación es la más celebrada de las virtudes de la mujer mexicana. Pero yo voy a cometer la impertinencia de expresar algo peor que una pregunta, una duda: la abnegación, ¿es verdaderamente una virtud?

A lo largo de su intervención dará respuesta a esa inquietante pregunta y pondrá en evidencia, con ironía, que:

"(...) Para la abnegación de la mujer mexicana no bastan los hijos. Se propina también a los demás miembros de la familia: al marido al que se convierte en un tirano doméstico quien, si no acierta a defenderse, se encuentra de pronto despojado hasta de la más mínima responsabilidad."

Al calificar de "loca" esa supuesta virtud, Castellanos reflexiona sobre cómo enfrentarla e introduce el concepto de "equidad" y, con un uso totalmente innovador en esa época, vincula el término "equitativo" con lo que es legítimo. Ella sostiene que ante la locura que implica la abnegación hay que recurrir a la ley:

"Todas las disposiciones legales que hemos ido elaborando a lo largo de nuestra historia tienden a establecer la equidad -política, económica, educativa, social- entre el hombre y la mujer. Y no es equitativo -y por lo tanto tampoco es legítimo- que uno de los dos que forman la pareja dé todo y no aspire a recibir nada a cambio. No es equitativo -así que no es legítimo- que uno tenga la oportunidad de formarse intelectualmente y al otro no le quede más alternativa que la de permanecer sumido en la ignorancia. No es equitativo -y por lo mismo no es legítimo- que uno encuentre en el trabajo no sólo una fuente de riqueza, sino también la alegría de sentirse útil, partícipe de la vida comunitaria, realizado a través de una obra, mientras que el otro cumple con una labor que no amerita remuneración y que apenas...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR