Con rol innovador

AutorRubén Romero

México había vivido una larga temporada de estabilidad económica y política: el ingreso per cápita se había elevado, se había confirmado el derecho al voto para la mujer y llegaron adelantos tecnológicos importantes, como el invento de la televisión a color por parte de un mexicano.

El País había sido dos veces anfitrión de los Juegos Panamericanos y fue propuesto para organizar los Juegos Olímpicos de 1956 y 1960 sin resultados favorables.

Pero en 1962 el Presidente Adolfo López Mateos lanzó de nuevo la candidatura de México para los Juegos de 1968 teniendo un resultado positivo, de manera que se celebraron durante la gestión presidencial de Gustavo Díaz Ordaz.

A la candidatura de México se le cuestionaba porque los Juegos Olímpicos nunca se habían organizado en un país en desarrollo y por la falta de tradición deportiva, lo que generaba fuertes dudas acerca de nuestra capacidad organizativa.

Se temía que la altitud de 2 mil 300 metros sobre el nivel del mar de la Ciudad de México afectara los desempeños de algunas disciplinas deportivas.

La primera duda fue respondida de manera contundente por el Comité Organizador de los Juegos: la organización resultó de una excelente factura, pero no sólo eso: se incorporaron innovaciones que hicieron del evento un verdadero parteaguas en el olimpismo moderno.

Al margen de todo, y lo que el mundo no esperaba era que los atletas y los visitantes serían recibidos y atendidos con una calidez humana nunca vista en otros Juegos Olímpicos.

Una muestra de la "conexión" que se dio entre los atletas y la sociedad mexicana fue el de la gimnasta checa Vera Cáslavská, ganadora de cuatro medallas de oro y dos de plata, quedó tan prendada del trato que recibió durante los Juegos que decidió casarse en la Catedral de la Capital de la República ante unas cien mil personas. Vera puso como su domicilio la Villa de Coapa y el novio, Josef Odlozil, la Villa Olímpica. A ella se le recuerda como la "Novia de México".

En paralelo con los eventos deportivos, México propuso un Programa Cultural -que desde luego fue aceptado-, en el que participaron 97 países. Una de las actividades más emblemáticas de ese Programa fue la creación de Ruta de la Amistad, un corredor escultórico de 17 kilómetros de longitud en el que se encuentran 19 esculturas realizadas por artistas de los cinco continentes, ubicadas en los accesos al Palacio de los Deportes, al Estadio Azteca y a la Villa Olímpica.

LA PRIMERA MUJER

-Los Juegos Olímpicos de...

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