De rituales y vacuidades

AutorArturo Rodríguez García

Reticente a desaparecer de la opinión pública, la noche del 30 de noviembre el aún presidente Felipe Calderón organizó una cena en Palacio Nacional a la que acudieron varios de los extranjeros invitados por el mandatario electo Enrique Peña Nieto a su investidura.

Luego de departir con dignatarios, jefes de Estado y de gobierno e incluso miembros de la nobleza europea, Calderón esperó la llegada de Peña Nieto para, juntos, encabezar una ceremonia de transmisión del mando de los nuevos responsables de las Fuerzas Armadas y del gabinete de seguridad que rédito la forma en que Calderón asumió el poder seis años atrás.

Los invitados fueron testigos de un singular evento protocolario en el que Calderón entregó la bandera a su sucesor. En su afán por fortalecer el presidencialismo mexicano, desde su toma de posesión el priista Peña Nieto puso en movimiento una fusión de estilos, conductas y lenguajes de los otrora fastuosos rituales del PRI con las formas propias de los panistas.

Esta vez la ceremonia se institucionalizó y fue transmitida por los canales gubernamentales. Se pudo observar, por ejemplo, el momento en que el gabinete de seguridad rindió protesta ante Peña Nieto y cómo, en cuestión de minutos, cada uno se marchó a sus nuevas oficinas.

Aunque la Carta Magna sólo prevé la ceremonia en el Congreso, donde el mandatario saliente entrega la banda presidencial a su sucesor, quien rinde protesta conforme a lo establecido por la propia Constitución.

Si bien convocó a Palacio Nacional el 30 de noviembre, Peña Nieto se reservó el besamanos, pero se apropió del formato utilizado por los panistas en su toma de posesión.

El nuevo PRI

El sábado 1 la procesión de potentados parecía interminable en Palacio Nacional. Al lugar llegaron el príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, así como los presidentes centroamericanos y el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden.

Los trajes de los asistentes, diplomáticos en su mayoría, recrearon en el Patio Mariano una atmósfera cosmopolita, resguardada por los centenarios muros de Palacio Nacional y por miles de soldados y guardias presidenciales desplegados en el Centro Histórico capitalino.

Era una concentración elitista en la que estuvieron en la misma fila empresarios como Carlos Slim, Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego repartiendo sonrisas, pese a las guerras que los enemistan en el ámbito de las telecomunicaciones.

En lo general el PRI regresa al poder acompañado de rostros conocidos como Fernando...

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