Ricardo Anaya: una graciosa huida

AutorElisur Arteaga Nava

Algunos notables panistas, Diego Fernández de Cevallos, entre ellos, han protestado contra la arbitrariedad; se han rasgado las vestiduras por el hecho de que la justicia se use con fines políticos. Qué atrevimiento. Nunca había sucedido eso; bueno, sólo algunas veces. Una de ellas, en 2006, pero en ese entonces no se procedió contra alguien que fuera miembro de las familias decentes mexicanas o del PAN. Qué va, se actuó contra un plebeyo sin pedigrí. Con esto digo todo: ni en los tiempos del gobierno Sahagún/Fox se vio tal grado de arbitrariedad. Bueno, sólo una vez.

Los que ahora protestan no lo hicieron en 2006 y eso que se trataba de la misma maniobra: usar las justicia con fines políticos. En ese entonces un procurador, que a la vez era militar y jurista, contra su voluntad, se prestó a la maniobra. Cuando vio que era una farsa con fines políticos, les aventó los trastos y les dijo ahí se ven: renunció.

Los panistas cometieron un error: no registraron en derecho de autor la idea de usar la justicia con fines partidistas. Fue una grave omisión. Ahí están las consecuencias. Cualquiera puede hacer uso de esa práctica, incluso la actual administración.

Los priistas, más inteligentes y más memoriosos, no han abierto la boca. Hay excepciones. Ellos, durante los gobiernos emanados de lo que ellos llamaron "revolución", usaron la justicia para reprimir a sus adversarios. La lista de los perseguidos y privados de su libertad es grande: Demetrio Vallejo, Valentín Campa, Hernán Laborde, David Alfaro Siqueiros, Filomeno Mata, Othón Salazar, los líderes del movimiento estudiantil de 1968 y otros. Tuvieron suerte. Carecieron de ella mi general don Rubén Jaramillo y su familia, Genaro Vázquez, Lucio Cabañas, los mártires de Tlaltelolco y los del Jueves de Corpus.

Entre el caso de 2006 y el de 2021 existe una diferencia. Pequeña, si se quiere. Hace 15 años, AMLO, el desaforado, no huyó. Por su propio pie se presentó ante el juez que lo requería y que había solicitado la declaración de procedencia a fin de someterlo a proceso. En esto siguió el ejemplo de Madero. No le salió mal la apuesta.

Anaya cree que con hacerse el mártir y aparentar un destierro asegurará la candidatura de Acción Nacional a la Presidencia de la República para 2024. Debe pensarlo más y mejor. Para ese año nada apunta a que retomará la presidencia de ese partido, por lo mismo, no estará en posibilidad de volver a "agandallarse" la candidatura, como lo hizo en 2018.

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