La Revolución Rusa nos visita

AutorFabrizio Mejía Madrid

Mayakovski y los independientes

El 18 de junio de 1925, aburrido dentro del barco Espagne, el poeta Vla-dimir Mayakovski arroja por la borda algunos libros de Tolstoi, Pushkin y Dostoievski. Se burla de sí mismo al convertir en una acción lo que había escrito 10 años antes en el Manifiesto del futurismo ruso: "Sólo nosotros vamos a cargo del vapor del Tiempo Presente". Va rumbo a Cuba, México, Nueva York y Chicago insuflado de modernidad estética, técnica y filosófica, es decir, desligado de la solemnidad: "Los de primera clase vomitan donde les da la gana. Los de segunda, sobre los de tercera y éstos, sobre sí mismos". La Revolución Rusa ya ha prohibido los viajes al extranjero, pero a Mayakovski se lo permite un Lenin que todavía no decide que la utilidad debe ser el máximo y único valor estético. Va a dar la nueva nueva: de su lado del mundo los obreros han tomado el poder.

En cuanto llega a Veracruz, comienzan los episodios extraños relatados como viñetas en Mi descubrimiento de América: los indios no son los pieles rojas de las novelas de vaqueros, sino unos mexicanos cuyos zapatos, cuando traen, "son imposibles de limpiar o de describir"; hay más limpiabotas que gente con botas; los billetes de lotería sustituyen al dinero; nadie le puede decir cuántos soldados tiene el ejército mexicano. Hay que imaginar a Mayakovski, de un metro ochenta y cinco entre la vida del puerto veracruzano agachándose para entrar a "esa vida que se da sólo en la calle": negocios, comida, encuentros y protestas. Al ver una hoz y un martillo amarillos sobre fondo rojo, Mayakovski cree que ha llegado a algún tipo de embajada soviética. Divertido, descubre que se trata de un insignia colocada tres años antes para señalar los edificios tomados por el movimiento de inquilinos de Herón Proal. "Entran a los departamentos con mucho gusto y, luego se niegan a pagar el alquiler", se explica el poeta. Mayakovski se quedará un poco horrorizado al conocer que el líder es un tuerto que comenzó su lucha por la vivienda digna incitando a las prostitutas del puerto a "quemar sus medios de producción": los colchones de las camas. Pregunta de dónde venía Proal -está exiliado en Guatemala por la persecución del gobernador Adalberto Tejeda- y recibe esta respuesta:

-Casi nació en Rusia. Era deTulancingo.

Ya en la Ciudad de México, el poeta ruso jura que en la entrada leyó este letrero: "Se prohíbe entrar sin pantalones a la Ciudad de México". Su guía, Diego Rivera, le inyecta...

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