Retóricas de la intransigencia

AutorMarta Lamas

Hirschman revisa los tres tipos de críticas que se han levantado infaliblemente, en múltiples variantes, ante tres movimientos revolucionarios, progresistas o reformistas en los pasados 200 años, y analiza el peso y las influencias que han tenido. Así, logra poner en evidencia no sólo que el razonamiento reaccionario "es a menudo defectuoso", sino que además está lleno de repeticiones; incluso señala lo cómicas que resultan algunas retóricas. También dice que "los conservadores se han llevado claramente la palma en el uso efectivo de la ironía, mientras que los progresistas han quedado empantanados en la seriedad", pues éstos "han sido pródigos en indignación moral y parcos en ironía". En México la excepción a este señalamiento sería Carlos Monsiváis, un progresista capaz de hundir el estilete de su ironía con una eficacia impresionante.

Al rastrear las tesis reaccionarias, Hirschman distingue tres argumentos que califica como el de la perversidad, el de la futilidad y el del riesgo. Los voy a resumir brutalmente: La tesis de la perversidad intenta demostrar que la acción propuesta está mal concebida y que producirá exactamente lo contrario del objetivo que se proclama y persigue. O sea, la tentativa de empujar a la sociedad en determinada dirección conducirá a un movimiento en dirección opuesta. Esta idea del efecto perverso presenta muchos atractivos, y aunque es hasta cierto punto elemental, tiene una paradójica cualidad que provoca el convencimiento de "quienes andan en busca de visiones instantáneas y certidumbres firmes".

El segundo, la tesis de la futilidad, es muy diferente, aunque comparte la sencillez de la anterior. Simplemente plantea que, por más que cambien las cosas, todo sigue igual. Con ingeniosas declaraciones se ridiculiza el propósito del cambio o se niega su posibilidad. En ocasiones, las proclamaciones sobre la futilidad pueden llegar a ser insultantes. Gran parte del atractivo de los argumentos del efecto perverso y la futilidad tienen en común que son sencillos y escuetos.

La tercera manera de argumentar contra el cambio es la tesis del riesgo, que sostiene que aunque el cambio es deseable en sí mismo, implica costos o consecuencias inaceptables.

No obstante que el análisis de Hirschman se centra en la retórica reaccionaria, también encuentra defectos en la retórica progresista. Luego de trazar un panorama históricamente informado de argumentos progresistas y conservadores respecto al cambio, el autor encuentra que...

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