Reporteros secuestrados, venidos, canjeados...

AutorTémoris Grecko

Al-peyrie había cometido un error: creyó que podía confiar en los guerrilleros sirios con los que venía. En realidad lo habían vendido. Su fixer (contacto local que ayuda a un periodista a moverse en el área) y el comandante de una katiba (pelotón) lo habían invitado a acompañarlos a una reunión con otros combatientes. En la camioneta, custodiado por dos hombres más, lo llevaron a un punto de control carretero al sur de Damasco, la capital de Siria. Ahí los esperaban los encapuchados.

Colocaron el cañón de un arma muy cerca de su cabeza e hicieron un disparo que le pasó a milímetros. Le llenaron la boca con un trapo, cerraron esposas metálicas en torno a sus muñecas y empezaron a golpearlo.

La traición se ha convertido en una de las mayores amenazas para los periodistas extranjeros en Siria. Hasta el inicio de 2013 podían tener la mala suerte de caer accidentalmente en manos de fuerzas del régimen o de milicias islamistas o de quedar atrapados en una zona que éstos fueran a capturar. Creían que los territorios controlados por los opositores, en particular la mitad rebelde de la ciudad de Ale-po, eran relativamente seguros.

Esta percepción cambió el pasado enero con el secuestro de tres periodistas: el documentalista húngaro Ba-lint Szlanko, el fotógrafo español Andoni Lubaki y el autor de este texto. Sus fixers informaron de ellos a los secuestradores y participaron en la operación de captura.

Los encapuchados que los retuvieron pertenecían a una brigada del Ejército Sirio Libre (ESL). Transitaron sin problemas por avenidas bajo vigilancia guerrillera y los encerraron en un edificio que usaban como centro de detención. Luego los ofrecieron en venta a uno de sus supuestos rivales: un grupo islamista el cual declinó la oferta. Robaron el equipo y dinero de los tres periodistas y luego los dejaron ir.

Desde entonces se han incrementado severamente los riesgos para los informadores extranjeros. La situación se complica por una razón: La mayor parte de los periodistas que cubren el conflicto sirio trabajan por su cuenta y carecen de los recursos financieros, logísticos y de protección con los que las grandes agencias internacionales y cadenas de televisión respaldan a sus enviados. Un seguro médico y uno que cubra secuestros pueden costar 20 mil dólares por dos semanas, un monto hasta 30 veces mayor que el ingreso de un periodista en ese lapso.

No existen cifras precisas sobre trabajadores de la prensa secuestrados pues muchos casos se mantienen...

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