Repartidora de Uber, trabajadora del hogar y mamá: la sobrecarga laboral ahoga a las mujeres

Fecha de publicación20 Octubre 2023
Ilustración EE: Nayelly Tenorio
Ilustración EE: Nayelly Tenorio
Ana Karen García

Por Ana Karen García

En México las mujeres realizan cerca del 75% del trabajo del hogar no remunerado y destinan casi seis horas al día a limpiar, cocinar, organizar y cuidar a niños o adultos mayores, además del tiempo que trabajan para el mercado.

“Pon tú que si me salgo de mi casa a las 7:00 a trabajar con el coche, le paro a las 3:00 para recoger a mi niña de la escuela y regresar a hacer todo lo de la casa. Y los días que no hay escuela pues es mi mamá quien me ayuda a ver mi niña”, dice Celia Hernández, socia conductora en las plataformas de Uber y DiDi, pero también mamá y trabajadora del hogar con y sin paga.

Las mujeres salen a trabajar, y cuando llegan a sus casas, trabajan más. Cuando no pueden hacer todo el trabajo de casa, son otras mujeres quienes las cubren. En México, las cifras muestran que cada vez hay más mujeres en el mercado laboral remunerado, pero esto no ha significado un cambio en la distribución del trabajo no pagado en los hogares.

Esto ha producido que la mayoría de las mujeres —especialmente las más pobres y vulnerables— enfrenten una sobrecarga de trabajo pago y no pago. Y esta sobrecarga representa uno de los obstáculos más grandes en el desarrollo personal, académico y profesional de las mujeres.

En México las mujeres realizan cerca del 75% del trabajo del hogar no remunerado y destinan casi seis horas al día a limpiar, cocinar, organizar y cuidar a niños o adultos mayores, además del tiempo que trabajan para el mercado, de acuerdo con cifras del Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía).

Celia tiene una hija, Ana María, la nobró como su abuela. Su mamá fue trabajadora del hogar desde que se acuerda, ahora que ya no puede trabajar, le dejó el trabajo en dos casas a las que va los viernes y sábados (los días que no trabaja como conductora). Celia, Ana María y Guadalupe —la abuela— viven juntas desde que Celia se separó del papá de su hija y no sabe nada de él.

"Yo trabajaba con mi mamá en casas desde los 15, y ya a las 17 fue que me salí de la escuela y me junté con el papá de mi hija. Él fue el que compró el carrito con el que trabajó, cuando nos separamos fue lo único que me llevé; qué bueno que mi hermano me enseñó a manejar y a sacar los papeles para entrar a Uber. Si haces unas ocho horas mínimo por día, sí sale bien", dice en entrevista con El Economista.

Sin habérselo cuestionado antes, Celia reconoce que trabaja mucho y que su mamá, de algún modo, también sigue trabajando cada que cuida a Ana María. "A veces sí me arrepiento de haber dejado el estudio, me preguntó si estaríamos en otro lugar. Mi hermano me dijo que había una forma de terminar la prepa y sólo tengo que ir los sábados, pero ahorita no puedo dejar el trabajo que tengo ese día".

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