Relicario de Historias/ Justicia juarista

AutorAlejandro Rosas

Si Dios había sido juarista en la guerra de Reforma; los hados mostraron su clara filiación liberal con la derrota del segundo imperio. El Benemérito había sorteado ambos obstáculos sin un solo rasguño. Se cumplía poco más de un mes de la muerte de Maximiliano y la diosa fortuna se presentó ante don Benito para ofrecerle la seductora oportunidad de acabar con el último vestigio de la historia reciente de México. El 30 de julio de 1867 el bergantín Juárez atracó en Veracruz con un prisionero que valía su peso en oro: Antonio López de Santa Anna, pero que en manos de don Benito no valdría ya ni un quinto. Al parecer sus días estaban contados. Como huésped distinguido del heroico puerto, "Su Alteza Serenísima" fue llevado a la célebre prisión de San Juan de Ulúa donde "los cerrojos de una fétida mazmorra guardaron mi persona" -escribiría tiempo después. Ni tardo ni perezoso, Juárez ordenó que don Antonio fuera juzgado por la ley del 25 de enero de 1862 -misma que condujo al patíbulo a Maximiliano, Miramón y Mejía y la cual seguramente llevaría por el mismo sendero a Santa Anna. Don Benito, que si bien era...

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