La reforma posible del Estado

AutorMiguel Carbonell
Páginas22-23

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El 1º de febrero habrá dado inicio uno de los más intensos e importantes periodos de sesiones en el Senado de la República. Se van a discutir, según ya lo han anunciado los líderes de los principales partidos políticos, las iniciativas que se refieren a la reforma del Estado. La pauta la puso el presidente de la República, al enviar una importante iniciativa el 15 de diciembre de 2009. A ella se sumaron otras que vendrán a robustecer el debate y a poner más temas sobre la mesa. En la preparación del terreno ha participado también el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, a través de la confección de un documento redactado precisamente a solicitud del propio Senado, en el cual se incorporan propuestas y argumentos que sin duda deberían tener un impacto relevante en la discusión de las próximas semanas.1

Seguramente al final del proceso de discusión no veremos la aprobación de todos los puntos que cada uno de nosotros desearía llevar a la Constitución, y puede ser que ni siquiera la de aquellos que nos parezcan más importantes. Sin embargo, no creo que se trate de un proceso que inicie y termine con fecha fija. Más bien debe advertirse que, hacia adelante, el Estado mexicano deberá entrar en una dinámica de cambio constante.2 La realidad política del país y del mundo fluye constantemente; las normas constitucionales deben dar cuenta de ello, al menos en países que cuentan con “constituciones largas”, como es el caso de la mayor parte de las que están vigentes en América Latina (incluyendo, desde luego, a la Constitución mexicana).

La reforma del Estado debe ser vista como un ejercicio a desarrollarse en “ondas concéntricas”, movimientos de cambio que se van expandiendo poco a poco para abarcar espacios cada vez más amplios. La idea es generar un proceso de sinergias, de modo que las primeras reformas vayan empujando a las demás. Por eso es que resulta indispensable tener un adecuado arreglo institucional para las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. Hay que tener buenos órganos decisores, a través de disposiciones que incentiven el acuerdo y no las diferencias, que permitan gobernar generando consensos y privilegiando un debate público robusto, abierto y desinhibido (recuperando las insuperables palabras del gran juez William Brennan en la sentencia New York Times vs. Sullivan).

¿Cuáles son los temas que deberían estar en la mesa de discusión? A partir de los documentos presentados por el...

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