La recomposición de la hegemonía mundial de Rusia

AutorAna Teresa Gutiérrez del Cid
CargoProfesora-investigadora del Departamento de Política y Cultura, UAM-X
Introducción

El 31 de diciembre de 1999, Boris Yeltsin dejó la presidencia de Rusia a favor de Vladimir Putin, quien salvo haber ocupado el cargo de Primer Ministro en septiembre del mismo año, era un desconocido en el ámbito político internacional.

Inmediatamente después de su nombramiento, Vladimir Putin generó en los círculos occidentales una fuerte polémica: ¿Yeltsin lo colocó en la presidencia para cuidar y proteger los intereses de su círculo inmediato, conocido como “la familia”; o, los servicios de seguridad nacional, encabezados por el Comité Gubernamental de seguridad (KGB), rebautizado como Servicio Federal de Seguridad (FSB), sin las cúpulas militares, ayudaron a Putin a obtener el cargo para retomar la influencia de Rusia en los ámbitos nacional e internacional?

El presente artículo analiza ambas hipótesis e intenta, además, esclarecer la esencia del actual proceso político en Rusia, que está caracterizado por la drástica caída de la productividad y una grave desindustrialización del país.

Asimismo, este trabajo plantea las actuales prioridades del gobierno del presidente Vladimir Putin: superar los problemas económicos, consolidar la seguridad nacional y reorganizar su relación con los países miembros de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) como una vía para recuperar el espacio geopolítico que dejó la desintegración de la Unión Soviética.

La biografía política de Putin

Vladimir Putin nació en 1952 en San Petersburgo, estudió Derecho, e inmediatamente después de terminar sus estudios en 1975 comenzó a trabajar para la KGB. Era un miembro importante de la sección extranjera que trabajaba en Alemania del Este, donde permaneció durante 10 años en la ciudad de Dresden. El carácter exacto de su trabajo en esta organización, es desconocido. Putin se dio a conocer en la escena política rusa en los años turbulentos de 1990-91 como promotor de los reformadores radicales, Anatoli Sobchak y Anatoli Chubais. Sobchak fue su maestro y, cuando ocupó la alcaldía de San Petersburgo, Putin fue su consejero convirtiéndose, además, en su brazo derecho. “Sin embargo, permanecía detrás de la escena pública y no era frecuente verlo, por lo que se le consideraba la eminencia gris en la administración”.1

En 1996, Anatoli Chubais llamó a Putin a Moscú para laborar en la administración del Kremlin. En un corto periodo su carrera política ascendió. En 1998, el presidente Yeltsin lo nombró dirigente de las fuerzas internas de inteligencia (FSB), y en marzo de ese año fue nombrado secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Rusia. En agosto de 1999, debido a la destitución del primer ministro Serguei Stepashin, Vladimir Putin ocupó ese cargo. Como ya se anotó, Vladimir Putin era cercano al círculo de poder de Yeltsin, pero la oligarquía rusa ya no se sentía representada por éste, y por eso buscaba un candidato fuerte, capaz de evitar la desintegración del país que parecía inminente con el inicio de la segunda guerra de Chechenia en 1999.2

Vladimir Putin, apoyado por los servicios de seguridad y por el Ejército ruso representaba, a su vez, una figura capaz de utilizar estos instrumentos en defensa del interés nacional ruso, dentro y fuera de la Federación Rusa. En este sentido, Putin recibió un gran apoyo de vastos sectores de la población. Los oligarcas más fuertes, como Boris Berezovsky, lo apoyan debido a que no quieren perder sus emporios recién adquiridos. La población rusa también lo apoya porque Putin ha enarbolado la bandera del nacionalismo ruso en la guerra contra la separatista Chechenia. Además, promete una política más nacionalista frente a Occidente y la reconstrucción de la economía.

Sobre más de su biografía política, en Estados Unidos algunos veteranos de la Informed American Intelligence no tienen una percepción uniforme sobre Putin: “Mientras algunos no están seguros, muchos encuestados para este artículo dicen con completa seguridad que Putin era un oficial Línea X en el Directorio T, la unidad de espionaje científico-tecnológica del Primer Directorio Principal de la KGB. Esto bien podría ser, ya que la mayoría de los oficiales del Directorio T tienen formación científica o en Ingeniería y Putin estudió leyes. Su asesor de tesis en la Universidad de Leningrado dice que la facultad de derecho produce administradores no abogados, 70 por ciento de los cuales trabajan en el Ministerio de Asuntos Interiores y el resto en la KGB.”3 Otras opiniones consideran que pertenecía al Quinto Directorio Principal, la división de la KGB que servía como policía política e ideológica interna.

Sin embargo, el grueso de la información acerca de Putin permanece oculta, mas lo cierto es que en menos de dos semanas después de convertirse en presidente interino, Putin decretó la creación de un nuevo “servicio super especial” para mezclar secciones de la FSB y unidades policiacas de élite. Una de sus primeras órdenes de gobierno fue garantizar más poder a los servicios secretos. Esta nueva organización de seguridad parece estar dirigida a combatir de raíz la corrupción, y empezó su actividad en enero de 2000.

Por ello, hay que enfatizar que una de sus principales preocupaciones son los servicios de seguridad, que deben cumplir dos tareas:

· Cuidar la seguridad nacional.

· Combatir la corrupción reinante que caracterizó a la época de Yeltsin, y con ello racionalizar la economía, reglamentarla, y atraer al capital extranjero.

La preocupación por el interés nacional en la clase política rusa viene desarrollándose desde finales de 1993, pero el parteaguas para una mayor actividad en este sentido lo determinó la segunda guerra de Chechenia, iniciada en la segunda mitad de 1999. Tal vez por esta razón el presidente Putin enfatiza más en la seguridad interna que en los servicios de inteligencia en el extranjero. En el aniversario número 82 de la Policía Interna, en diciembre de 1999, Putin declaró: “Muchos años alimentamos la ilusión de que no teníamos enemigos y hemos pagado un alto precio por esto”.4 Esta afirmación muestra el inicio de una política de seguridad más pronunciada tanto al interior como en el exterior de la Federación Rusa.

Así, Putin representó un enigma al llegar al poder. Pero, a pesar de que el nombramiento de Putin en agosto de 1999 pareció uno más de los que efectuaba Yeltsin al final de su mandato, una de las corrientes occidentales, el análisis del Centro Stratfor,5 le concede mayor significado: “Como el intento de las comunidades de defensa y de inteligencia de frenar y revertir el deslizamiento catastrófico de Rusia hasta el abismo. Putin puede o no triunfar, ya que tiene una enorme oposición y muchos problemas. Pero desde que fue nombrado primer ministro movió a Rusia a un lugar diferente.”6

Hay dos explicaciones, como ya se anotó, de los escenarios posibles de lo que sucedió en el Kremlin: una es que este nombramiento no es más que una medida de salvación de la “familia” de Yeltsin a través de la designación de un personaje leal a éste. Un títere más en el poder al servicio de la oligarquía rusa.

La otra, también suscrita por los analistas de Stratfor, es que Putin tiene su propia base de poder burocrático que posee, a la vez, su propia agenda. “Pensamos que esa agenda es profundamente divergente de la de Yeltsin y la de sus apoyos y seguidores. Creemos que el nombramiento de Putin, efectuado por Yeltsin, es un intento de los grupos de inteligencia de ganar el control sobre la deteriorada situación. Lo que no está claro es si Yeltsin seleccionó a Putin o si Putin forzó a Yeltsin a través de la presión de los cuerpos de seguridad”.7

Desde 1998, el sistema político ruso ha estado perdiendo transparencia. Los arreglos constitucionales habían venido siendo efectuados por la Duma y no por Yeltsin, y aunque las decisiones de poder eran anunciadas por éste, el hecho es que emergió un complejo y extremadamente opaco proceso político al lado de la presidencia rusa, que involucra a su vez a una compleja interacción de personajes, grupos y fuerzas sociales. El resultado de dichas luchas entre estas fuerzas, se observaba cuando subían y caían políticamente muchos personajes. Esto sugirió el retorno a la política de conspiración. Sin embargo, se pueden hacer algunas conclusiones:

  1. Putin venía a quedarse en el poder desde su nombramiento como presidente interino: “Un golpe de Estado supone ilegalidad. No hubo nada ilegal aquí, pero pensamos que algo definitivo está pasando en Rusia. Putin no es un rostro más. Los reformadores sacaron del poder a Primakov, la respuesta fue el ascenso de Putin, primero como primer ministro y a partir del 31 de diciembre de 1999 como presidente interino y, finalmente, como presidente electo a partir del 26 de marzo del 2000”.8

  2. En el espacio de tres meses la popularidad de Putin subió de menos de 2 por ciento a 29 por ciento: “Repentinamente pasó de la oscuridad a la escena política, confrontando la conclusión común de Occidente de que él es otro peón, desprovisto de cualquier ayuda o futuro político. La representación occidental de Putin es inexacta. No es otra marioneta de

Yeltsin”.9 Putin tiene una clara agenda y fidelidad a ésta desde antes de su llegada al Kremlin, la cual delinea su actual política interna y exterior. En su formación y agenda están los parámetros de la Rusia posterior a Yeltsin en los años por venir.

Putin es mucho más un síntoma que una causa. “El gran experimento económico y político postsoviético ha fracasado. Lo que permanece por verse es quién dará marcha atrás y qué tan drástica será esta nueva posición”.10

Putin representa una opción. Es el hombre del momento, pero lo más importante es que es...

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