"...Quien tanto hizo por nosotros"

AutorWolfgang Kiessling
Páginas337-349

    El azar de dos encuentros, el primero, con el testimonio de este autor alemán, y luego, con un sobrino bisnieto de Gilberto Bosques, estudiante de nuestra Universidad, nos estimuló a cumplir con una deuda moral: mantener vivo en la memoria social a nuestro "Schindler latinoamericano", y los valores de solidaridad y respeto a la autodeterminación de los pueblos, que representa. Agradecemos a José Antonio Olvera y Laura Bosques las fotos familiares y la información que nos proporcionaron, así como al profesor Luis Prieto su apoyo historiográfico para realizar este homenaje.

    Comité Editorial

Wolfgang Kiessling. Autor del libro Exil in Lateinamerika, Röderberg Verlag, Francforten en el Meno, 1981.

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EL lema1 de Gilberto Bosques, nacido el 20 de julio de 1892, rezaba: "Salvar vidas y más vidas". El protector, socorrista y salvador de perseguidos por la arbitrariedad racista y política, pertenece a aquellos cuyo humanismo perdurará en la memoria. Lugar y época de sus acciones: Marsella, de 1939 a 1942. El logro de él y de sus colaboradores: más de 10 mil seres humanos puestos a salvo provenientes de España, Alemania, Austria, Polonia, Checoslovaquia, Italia y Yugoslavia; gracias a él, muchos de origen judío se libraron del holocausto.

En abril de 1944 varios autores alemanes le dedicaron sus libros a GilbertoPage 338 Bosques. Anna Seghers escribió en un ejemplar de La séptima cruz, edición castellana de su exitoso libro sobre la resistencia alemana: "Para Gilberto Bosques, quien tanto hizo por nosotros". Paul Merker le obsequió el primer tomo de Deutschland-Sein oder Nicht Sein? (Alemania ¿ser o no ser?) en agradecimiento por la "generosa ayuda que Ud. me prestó para venir a México y, así, hacer posible el trabajo que acabo de concluir [y] como prueba de mi agradecimiento ante el gran pueblo de México y su gobierno, los cuales, en tanto que me concedieron asilo, me pusieron a salvo de ser entregado a la Gestapo". Y Bodo Uhse le dedicó a Bosques la primera edición, publicada en México, de su Leutnant Bertram (Teniente Bertram). Le expresó su agradecimiento al "gran amigo de los refugiados alemanes antifascistas [...] por su ayuda a los voluntarios de las XI Brigadas Internacionales".

La misión especial del presidente

Otra vez más, en octubre de 1989 visité a, quizás, uno de los últimos participantes que sobreviven de la Revolución Mexicana de 1910 a 1917 en su casa—ubicada en una de las pocas calles tranquilas de la capital del país—, donde vive con su hija Laura. Ella había tenido las vivencias junto con su madre, María Luisa Manjarrez de Bosques, su hermano y su hermana, de los años en Francia y el subsecuente cautiverio en Alemania, así como la época diplomática de su padre, de 1945 hasta los años sesenta, en Portugal, Suecia y Cuba. Desde el punto de vista de una joven de Marsella, que aún no cumplía los 20 años, complementó detalladamente lo narrado por su padre y lo históricamente documentado con materiales del archivo particular de éste.

Gilberto Bosques formaba parte, en los años treinta, de los partidarios más cercanos al presidente reformador mexicano Lázaro Cárdenas, quien en política exterior actuó con vehemencia contra la invasión italiana de Abisinia, a favor del apoyo militar a la República Española y contra la anexión de Austria. Bosques, hasta 1937, presidente de la Cámara de Diputados, posteriormente Secretario de Prensa y Propaganda del gobernante Partido de la Revolución Mexicana y director del periódico El Nacional, ingresó en 1938 al comité de apoyo de la Liga Pro-Cultura Alemana en México, fundada por los entonces pocos alemanes opositores a Hitler. Él la apoyó en su concientizadora actividad conferencística dirigida a mexicanos, sobre ideología, política y economía del régimen nazi.

Cuando ya parecían decididas la derrota y el final de la República Española y de Checoslovaquia y en Europa se agudizaban los indicios de una guerra mundial, Cárdenas envió a su correligionario Bosques como cónsul a Francia. Ésta fue una misión especial del Presidente. Bosques, dotado de facultades plenas, debería convertir el consuladoPage 339 mexicano del puerto mediterráneo sudfrancés de Marsella en un puesto estratégico, observar los acontecimientos que apuntaran hacia una guerra mundial y, en caso necesario, proponerle a su gobierno decisiones. El Consulado de Marsella, convertido meses después en Consulado General bajo la dirección de Gilberto Bosques, que finalmente contó con 11 funcionarios y 30 ayudantes (además de mexicanos, también griegos, belgas y de otras nacionalidades), abarcaba una enorme zona que se extendía hasta Suiza, Grecia, Noráfrica y Líbano.

El 1 de enero de 1939, Bosques arribó con su familia a París, de donde se trasladó rápidamente a su destino. Allí, los eventos se precipitaron en proximidad geográfica. Decenas de miles de españoles, integrantes del derrotado ejército republicano y civiles de todas las edades, así como luchadores internacionalistas provenientes de muchos países, huyeron, a través de los Pirineos, hacia el sur de Francia, donde fueron capturados y recluidos en campos de seguridad no aptos para seres humanos. La primera propuesta que Bosques le hizo a su presidente fue en el sentido de que México debería...

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