Por qué renuncié al IFE

AutorSergio García Ramírez
Páginas22-26

Page 22

En marzo pasado, Sergio García Ramírez publicó en la re-vista Voz y Voto el presente artículo, con el título "Hechos y dichos". Reproducimos a continuación el texto, con autorización del autor, quien es miembro del Consejo Editorial de El Mundo del Abogado.

Mi amigo Jorge Alcocer, director de Voz y Voto, me solicitó este artículo. Si no mediara su petición -casi una "conminación", amistosa y razonada- quizás no hubiera puesto en "blanco y negro" los hechos que aquí refiero. Alcocer me sugirió referirlos y explicarlos para informar sobre algunos aspectos de mi más reciente actividad como consejero electoral y de mi renuncia a este cargo en los últimos días de enero y los primeros de febrero de 2013.

La solicitud del director de Voz y Voto me permite ejercer el derecho y cumplir el deber de informar en torno a ciertos puntos que suscitaron preguntas y comentarios en diversos medios que constituyen el foro heterogéneo al que llamamos "opinión pública". Con la narración de los hechos respondo a las interrogantes que proponen los dichos.

Aquí reuniré información que consta en noticias y en entrevistas de prensa escrita, radio y televisión, e incluso en notas enviadas a quienes cubren la "fuente" del Instituto Federal Electoral (IFE) y a otros comunicadores. Reiteraré lo que dije ante preguntas formuladas al final de enero y al inicio de febrero, e incluso mucho tiempo antes. No hay nada nuevo.

No incluiré mi propia opinión sobre quienes dieron la suya acerca de estos hechos. Dejo a salvo su derecho y no analizo sus interpretaciones y sus motivaciones. Tampoco examino ahora su estrategia y la forma en la que ésta puede orientar sus expresiones. Durante mi desempeño en el IFE no cuestioné a ningún actor político. Actué con la convicción de que un consejero electoral no es un contendiente en este escenario, aunque reciba andanadas que provienen de diversos frentes, informadas por los objetivos y las estrategias que animan los proyectos políticos y la conducta de sus agentes. Por supuesto, también pueden presentarse "animaciones" personales.

Es probable que algunos participantes en el debate no crean lo que expongo e insistan en que la inducción de otros actores políticos gravitó en mis argumentos, votos y decisiones. Entiendo sus reservas, espontáneas o programadas. Son el fruto de cierta forma de concebir y practicar la política y la función pública en general. Esas reservas pueden ser válidas en otros casos, no en el mío. Respondo personal-mente de lo que argumenté, voté y decidí. No excluyo la posibilidad de que quienes cuestionan mis motivos me atribuyan achaques que ellos padecen. Quieren encontrarme en el espejo en el que se miran. Lo que ahí aparece es su propia figura.

A veces, quien eleva la voz en una polémica -más o menos inventada, a fuerza de imaginación, no de razón- pretende cohibir a quien no se pliega a sus demandas y rechaza imposiciones. Sin embargo, ninguna voz ha sido suficiente para infiuir en mi conducta como consejero electoral, como tampoco en la de mis colegas. No desoigo el clamor, pero tampoco me someto a él.

Voy, pues, a los hechos: los míos, de los que estoy respondiendo; no los ajenos, por los que no puedo responder.

1) En días de la segunda y la tercera semanas de diciembre de 2011, el presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, miembro distinguido del PRD, y los coordinadores de los grupos parlamentarios del PAN y del PRI en la misma cámara, me invitaron a ser consejero electoral. Quienes hicieron esta honrosa invitación -que agradecí entonces y agradezco ahora- seguramente recuerdan nuestras conversaciones de aquellos días.

2) Los tres coordinadores parlamentarios se refirieron al tiempo transcurrido -más de 14 meses, si no recuerdo mal-

Page 23

sin que pudiera constituirse plenamente el Consejo General del IFE, que consta de nueve integrantes y que entonces actuaba con seis. Y destacaron la inminencia y la complejidad de la etapa más larga e intensa del proceso electoral federal. En este contexto se produjo la invitación.

3) Subrayaré -como lo hice en mis conversaciones con los diputados- que nunca antes había presentado mi candidatura o impulsado gestión alguna para obtener mi designación como consejero electoral federal. Esta posibilidad era totalmente ajena a mis actividades y a mis proyectos. Por lo tanto, la única razón que podría impulsarme a considerar la invitación era el cumplimiento de un deber ciudadano en un momento difícil. No era una razón menor, al menos para mí. Así lo entendí y así lo advirtieron mis interlocutores.

4) Me pareció necesario recordar a los señores diputados mi trayectoria pública y preguntar si ésta podría traer consigo algún cuestionamiento. De ser así, declinaría la invitación. También pregunté acerca de las características del procedimiento elegido para la designación, tomando en cuenta que yo no había planteado...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR