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PUNTOS Y CONTRAPUNTOS / La veleidosa justicia

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Vincent
AutorPedro Mellado

Hay una leyenda urbana que todos hemos escuchado y que ya adquirió carta de naturalización, hasta convertirse en una verdad casi irrebatible, por lo menos en la conciencia de la mayoría: que los choferes del transporte urbano están siempre dispuestos a rematar a quienes tienen el infortunio de caer bajo las llantas de sus camiones, pues es más barato pagar un muerto que hacerse cargo de los gastos hospitalarios o de rehabilitación de una persona incapacitada.

Esto es sin duda una perversa monstruosidad, aún cuando sólo quede enunciada en el espacio reservado a los supuestos, pero se fortalece por la natural proclividad que tiene la sociedad a suponer o aceptar los absurdos más descabellados cuando se trata de burlar a la justicia, debido a que la mayoría de la gente concluye con anticipada certeza que en este país prevalece la impunidad, aún para quienes puedan cometer los crímenes más atroces.

Para la mayoría de la población es una certeza, casi un principio de fe, que en México la justicia tiene precio y se vende como vulgar suripanta, al mejor postor. Aunque esto no sea una verdad absoluta, pues aceptarlo sería asumir con trágica fatalidad el más profundo envilecimiento de la justicia, existen fundadas razones para que la sociedad reaccione motivada por el más enfermizo escepticismo.

Las dudas se profundizan cuando la sociedad observa azorada que la designación de magistrados del Supremo Tribunal de Justicia y de consejeros de la Judicatura está supeditada a amiguismos, compadrazgos, caprichos y complicidades políticas -determinadas por inconfesables intereses y corruptelas- de una mayoritaria cofradía de analfabetas funcionales que despachan desde sus curules, de presuntos representantes del pueblo, en el Congreso de Jalisco.

Estas perversiones se magnifican porque la presunción generalizada -entre quienes están vinculados al Poder Judicial-, es que...

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