De pulga en pulga por Europa

AutorLorenzo Armendáriz

Fotos: Lorenzo Armendáriz

Reminiscencia de los antiguos mercados de la Edad Media, de los mercados negros de la postguerra y de los tristemente célebres "mercados de ladrones", las pulgas o rastros de Europa han ganado fama durante las últimas décadas y se han convertido en una de las grandes atracciones turísticas y sitios de culto de las principales capitales del Viejo Continente.

En París, Berlín, Madrid, Lisboa, Amsterdam y muchas ciudades más encontraremos siempre un mercado que destaca de entre los otros por la diversidad de productos que ofrece, muchos de ellos considerados de colección, y que suelen ser reflejo vivo del equipaje histórico y la personalidad cultural de cada país.

Por error se ha dado en clasificar a las pulgas como mercados de antigüedades; si bien estos productos siempre están presentes, también se puede encontrar un buen número de reproducciones de obras de arte, objetos de segunda mano, "ropa y novedades" y, cada vez en mayor medida, los llamados "artículos exóticos".

En los mercados de pulgas nada se desperdicia, se descarta o se desecha, todo tiene un valor por mínimo que sea, de tal manera que viejos envases de licor, frascos de perfume, revistas descontinuadas y bisutería barata adquieren aquí el rango de objetos de colección.

Un ejemplo son los desechos de la Guerra Fría, que a la vuelta del tiempo se han convertido también en objetos de culto, y los mercados de pulgas son el mejor lugar para encontrarlos, como también se han convertido en el sitio idóneo para conseguir la "ropa y novedades" de la llamada "contracultura" o "cultura subalterna", como las corrientes punk, dark o folk.

Dentro de estas "novedades" se disfrazan también la imitación y la piratería, pues si bien esta última está fuertemente penalizada...

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