Proyecto Familia / ¡Me casé con un neurótico!

AutorLucy Garza de Llaguno

Rocío llega feliz a tomarse un cafecito con sus amigas, les platica que por fin, después de 29 años de soltería, conoce al hombre con el que compartirá su vida.

Las amigas, intrigadas, la bombardean con preguntas: ¿quién es? ¿Qué hace?

"Pues se llama Luis, un 'chavo' padrísimo, de esos divertidos y alegres después de unas cervecitas, maduro, tiene 34 años; y fíjate, con experiencia, ¡ha estado casado dos veces! Por ahora está esperando nuevas oportunidades de trabajo, pues sus empleos anteriores no han permitido que desarrolle todo su potencial".

¿Cómo es posible que una profesionista como Rocío que no ha encontrado en 29 años a su príncipe azul crea en un tipo así? Sencillo, está enamorada.

Enamoramiento o amor

Enamorarse no es lo mismo que amar. Cuando uno se enamora, no ve al otro en su totalidad, ve sólo lo que quiere ver.

Durante esta etapa, el otro funciona como un espejo, como una pantalla en donde se refleja el ideal de pareja que se necesita. Esa persona no es del todo real, es una creación de las necesidades propias. Por eso, como cita una canción popular, si la pareja nos dice que la luna es de queso le creemos.

Tomar una decisión comprometedora en esta etapa es peligroso. La construcción del verdadero amor, que se compromete a amar, empieza cuando se puede ver al otro en su totalidad. Es aquí donde el amor reemplaza al enamoramiento.

Si Rocío formaliza su relación antes de amar a Luis, pronto descubrirá que lo divertido de su "tomadita" alegre se llama borrachera, y su aparente búsqueda por un empleo adecuado, irresponsabilidad.

En casos extremos, el enamoramiento no permite que se descubra a tiempo la personalidad inmadura, frágil o neurótica del otro.

En el interior de las personas que sufren alguna enfermedad psíquica se esconde una incapacidad para asumir las obligaciones del matrimonio.

En el Derecho Civil, atentar contra la salud del otro es causal de divorcio, y es considerado nulo desde el punto de vista del Derecho Canónico (canon 1095, 3; 1983).

Es importante no confundir una enfermedad de la personalidad de naturaleza constitutiva como la psicópata, con una enfermedad psíquica transitoria como la depresión o la ansiedad.

Éstas últimas forman parte de la vida en pareja a pesar de que, muchas veces, ocasionan crisis conyugales.

La pérdida de un bebé o del empleo, enfermedades físicas, problemas económicos, conflictos con los hijos o con la familia política son todos ejemplos de detonadores de estrés, depresión o...

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