El protegido del nuevo beato
Autor | Salvador Corro, Rodrigo Vera |
Documentos conservados en los archivos del Vaticano y hasta ahora mantenidos en secreto demuestran que desde 1956 la jerarquía católica encabezada por el Papa en turno protegió a Marcial Maciel, fundador de la Legión de Cristo, pese a las numerosas denuncias que lo señalaban como pederasta, adicto a las drogas y corruptor de las estructuras eclesiásticas.
Entre los jerarcas que supieron del caso Maciel están Benedicto XVI, actual pontífice, y el recién beatificado Juan Pablo II, quien acogió y protegió al fundador de la Legión en sus últimos años. Para los conocedores del caso –que bastaría para frenar el proceso de canonización– es inconcebible que se beatifique a Wojtyla con tanta rapidez sin que aparentemente se revisara a fondo su trayectoria como pontífice.
Estos documentos –212 legajos– relacionados con los Legionarios de Cristo, resguardados en el Archivo de la Congregación para Institutos y Sociedades de la Vida Consagrada y que abarcan el periodo 1944-2002, fueron entregados al investigador de la UNAM Fernando M. González, al exsacerdote y académico del ITAM Alberto Athié y a José Barba, víctima de Maciel, quienes los incluirán en un libro que se halla en fase de preparación.
Proceso reproduce una carta de Marcial Maciel, fechada el 3 de octubre de 1956 y dirigida al cardenal Valerio Valeri, prefecto de la Sagrada Congregación para los Religiosos. En ella responde a la suspensión que entonces le hizo el Vaticano por acusaciones de pederastia y drogadicción que había contra él y que incluso provenían de altos jerarcas mexicanos de aquella época, como Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca, y el cardenal Miguel Darío Miranda, arzobispo primado de México.
En ese documento Maciel menciona que las versiones en su contra “no son otra cosa que una calumniosa acusación”. Y aunque acata la suspensión de dos años para internarse en una clínica, advierte que en esas circunstancias ya no podrá “controlar en adelante la adquisición de fondos y administración de los mismos”, por lo que pueden crearse “posibles desequilibrios económicos”.
A continuación se reproduce textualmente esa carta:
Eminentísimo señor:
Habiendo sido informado de la decisión adoptada por la Sagrada Congregación de Religiosos en relación con mi persona, deseo manifestar con todo respeto y humildad a Vuestra Eminencia Reverendísima, mi absoluta sumisión e incondicional acatamiento a las órdenes recibidas de ir a una clínica, suspendiendo al mismo tiempo el ejercicio del cargo de Superior General del Instituto de Misioneros del Sagrado Corazón.
Creo, sin embargo, un deber elemental de conciencia, hacer presente a esta Sagrada Congregación que mis condiciones de salud son gracias a Dios del todo satisfactorias como se puede comprobar por el certificado médico extendido, después de un minucioso y detallado examen clínico, por el Prof. Dr. Ricardo Galeazzi Lisi...
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