La promoción: un reto para 2016

AutorBlanca González Rosas

Si bien la actualización, reestructura y ordenamiento del subsector cultura era indispensable, la creación de una Secretaría sin contenido corre el riesgo de repetir el desorden operativo que caracterizó a su antecesor, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). Creado en diciembre de 1988 como un órgano desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública, el Consejo tenía la atribución de ejercer la promoción y difusión de la cultura y las artes.

Desde el pasado 15 de diciembre, el Consejo se convirtió en la nueva Secretaría y, entre las responsabilidades más apremiantes de su titular, Rafael Tovar, se encuentra tanto la definición del sentido social del arte en el México actual, como el diseño de nuevas y eficaces estrategias de promoción nacional e internacional para la diversidad de artistas contemporáneos de nuestro país.

Concentrado en el otorgamiento de estímulos económicos que, lejos de promover a los artistas, sólo han generado la sobreproducción de obras, cooptación de voluntades, burocracia creativa y carencia de diálogos artísticos entre los creadores y el público, el Consejo, a través del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), implemento desde 1993 un programa que merece la evaluación de Tovar: el Sistema Nacional de Creadores de Arte.

Convertido en un estímulo más similar a la subvención, la complicidad tribal o un seguro de desempleo, el Sistema, al igual que todo el Fonca, debe reestructurarse. Sobre todo, por los apremiantes datos que publicó la Auditoría Superior de la Federación en su Informe de la cuenta pública 2013.

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