Profetas

AutorFabrizio Mejía Madrid

Fue un intelectual de nuevo tipo, digamos, el primero que se dedicó sistemáticamente, no a crear focos de discusión alternativos o contrapúblicos, sino a reproducir, a legitimar y a "modernizar" los temas y las cuestiones que quería imponer el Estado y que preocupaban a la cultura dominante. Paz intentó conservar una función que la sociedad había perdido y la conservó a cambio de perderlo todo, a cambio de excluir la literatura para conservar la figura pública del escritor como ideólogo. Paz fue un gran periodista, un excelente divulgador de hipótesis y teorías que entendía mal y transmitía bien.

Me interesa la idea de Piglia sobre el desplazamiento del lugar desde el que hablan los intelectuales. Esta semana, dos de ellos dijeron o escribieron opiniones que parecen venir de otro lugar, distinto al que Paz quiso, al final, para sí. Uno fue el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, con aquello de que el triunfo de una opción democrática en México sería "un retroceso político", y el ingeniero Enrique Krauze con aquello de que uno de los candidatos, de llegar al poder por la vía la electoral, va a instaurar una monarquía.

La última vez que los vi coincidir fue en el Encuentro Vuelta, organizado por Octavio Paz y Televisa, entre agosto y septiembre de 1990. El encuentro se llamó "La experiencia de la libertad", una frase tomada, sin darle crédito, de un manifiesto del filósofo checo Jan Pa-tocka. Me resulta curioso que Paz y su grupo tomaran la frase fuera del contexto: "La experiencia de la libertad", escribe Patocka, "consiste en la insatisfacción ante lo que nos es dado". Aquel encuentro terminó en una exclusión de todos los pensadores de la izquierda mexicanos -Luis Villoro, Pablo González Casanova, Adolfo Gilly, entre otros- y en un debate entre los conservadores de si México era "la dictadura perfecta" -Vargas Llosa, antes de ser invitado a abandonar el país- o "un régimen de partido dominante hegemónico" -según Octavio Paz, "una anomalía mexicana"-, y que me regaña al moderador de la mesa, Krauze, que se atreve a decir "dicta-blanda". Es 1990 un año clave para los grupos intelectuales mexicanos que se acomodarán en el respaldo al fraude electoral de 1988. Hacia el final del año, los dos grupos, Vuelta y Nexos, tendrán la oportunidad de definir de dónde provienen sus finan-ciamientos: la televisora más poderosa en habla hispana en ese momento y el recién creado Consejo Para la Cultura y las Artes de Carlos Salinas de Gortari...

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