El PRI-gobierno afina sus trampas

AutorErnesto Villanueva

Estoy convencido de que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) va a obtener el sufragio de gran parte (probablemente la mayoría) de los electores. En un sistema medianamente democrático lo anterior permitiría augurar que tiene amplias probabilidades de ser el próximo presidente de la República. Hay, empero, diversas pruebas que deberá sortear quien quiera vencer a José Antonio Meade y al PRI.

Veamos.

Primero. Es necesario recordar -por si alguien lo olvidara- que en México no hay estado de derecho; hay, sin embargo, algunas islas en donde la ley no es una referencia en un mar de corrupción e impunidad. En las elecciones del Estado de México el régimen demostró que si no gana, arrebata. El dilema no es menor: la cárcel o la fuga o mantener el statu quo. De esta suerte, el gobierno de Enrique Peña Nieto (EPN), además del poder, no tiene nada que perder: no hay honor que cuidar, tampoco imagen que haya que guardar ni simulación que haya que observar, aun si ello resulta costoso para el objetivo final, el de preservar el poder a costa de todo lo que pueda hacer, legal o no, apelando a una eventual legitimidad por resultados que a una legitimidad de origen.

Segundo. En este momento el gobierno, con todo desparpajo, utiliza a la Procuraduría General de la República como instrumento de persecución política contra los adversarios del statu quo (hoy Anaya, ¿mañana AMLO?) -panorama en el cual lo menos importante es que se sujete a la Constitución y a las leyes- y usará todo lo que esté a su alcance para preservar el establishment. El escenario pareciera complicado para que el PRI-gobierno pudiera preservar el poder presidencial. Si se parte de que la impunidad es el sello de la casa presidencial y el gobierno de EPN no conoce la expresión ética pública, el régimen puede mantener la Presidencia al margen y en contra de los votantes.

Tercero. Si la campaña gubernamental contra Ricardo Anaya tiene éxito -de hecho ya lo está teniendo-, los gobernadores panis-tas con interés en mantener para los suyos el poder en un estado de la República van a negociar con el régimen (algunos lo están haciendo ya), de suerte que ganen la guber-natura en sus estados y le generen votos a la candidatura presidencial del PRI-gobierno. En política -y más en la política mexicana-no hay compromiso que se mantenga más allá de lo que es conveniente para alguna de las partes del acuerdo; en este caso, los gobernadores que tienen algo o alguien que perder a nivel local si en la opinión...

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