La política en México: Ideas, anteojos y cristales

AutorAdrián Acosta Silva
CargoProfesor-investigador del Departamento de Políticas Públicas de la Universidad de Guadalajara
Páginas101-126

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Introducción

En los últimos treinta años la actividad política se ha consolidado como uno de los campos de atención pública más potentes para intelectuales, académicos de las ciencias sociales y medios de comunicación en México. Al lado del lento, pero persistente proceso de desestructuración del régimen político pos-revolucionario que simbolizaban tanto un sistema de partido virtualmente único como un hiper-presidencialismo sin igual en América Latina, la atención pública se concentró, desde los primeros años ochenta, en la compleja dinámica de una oposición de derechas e izquierdas que fuePage 102modificando —mediante negociaciones políticas, conflictos locales y reformas electorales de distinto signo— el rostro autoritario de un régimen petrificado, con déficits crecientes de legitimidad, eficacia y estabilidad política y económica. Este proceso, sus ideas centrales, sus actores, sus estructuras y reglas, así como las nuevas instituciones y los resultados esperados y perversos observados, fueron el objeto de estudio de nuevas generaciones de sociólogos y politólogos de muy diversas escuelas y corrientes teóricas, que conformaron agendas de investigación con una variedad considerable de métodos, productos y orientaciones.

El argumento central que se desea explorar en este ensayo es que el proceso de cambio político fue acompañado por la estructuración de una agenda de investigación y debate académico que articuló diversas “comunidades epistémicas” en torno a la ciencia política mexicana contemporánea. Esas comunidades han examinado e interpretado desde diversos ángulos el cambio político mexicano, que van desde las descripciones de estudios de caso con análisis cualitativos, hasta trabajos que utilizan de manera intensiva métodos comparativos y cuantitativos diversos. La hipótesis central es que se pueden distinguir tres momentos principales del cambio político en México, que agruparon diversos conjuntos de estudios en el campo de la ciencia política mexicana, y que ensayaron distintos enfoques y métodos en el análisis de sus fenómenos. Uno es el momento de la crisis del autoritarismo mexicano; otro el de la transición política, y el tercero es el de la ineficacia institucional y los problemas de consolidación democrática. El primero ocurrió principalmente en la década de los ochenta, en el contexto de la crisis económica y la creciente incapacidad política para que el régimen asegurara no solamente el dominio de un partido sino el de una oposición política sistémica. Temas como el de la caracterización del régimen político, el comportamiento electoral, el sistema de partidos y los liderazgos políticos, las rebeliones cívicas y las crisis del corporativismo, habitaron la agenda de investigación en esta etapa. El segundo es el que ocurre en los años noventa, cuando se colocan temas como la alternancia política a nivel estatal y municipal, el surgimiento de nuevas agrupaciones políticas, el análisis del desempeño gubernamental, el problema de la gobernabilidad y el cambio político.

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El tercero se desarrolló entre el final del viejo siglo y el inicio del nuevo, con la alternancia política en la Presidencia de la República mediante el desplazamiento del PRI por el PAN, y la reconfiguración de los equilibrios políticos en un régimen en transición. Aquí los temas fundamentales giraron en torno al fenómeno de los gobiernos divididos, las políticas públicas y la gobernanza, la disciplina partidista y el estudio del comportamiento del legislativo.

Esta distinción es, por supuesto, exclusivamente analítica, y no es una descripción cronológica, en la cual los hechos, los temas y las publicaciones se acompañan de manera sincronizada. Como se verá más adelante, algunos temas pasan de un ciclo a otro, aunque adquieren una relevancia mayor o menor en el paso de un ciclo a otro, o se sujetan a nuevos enfoques y métodos de investigación, como por ejemplo es el caso de la cultura política, o el caso del análisis del sistema de partidos y los procesos electorales. Aun con estas reservas, los tres ciclos permiten apreciar agendas, temas y métodos de investigación que combinaron acercamientos cuantitativos, cualitativos y mixtos en la exploración de los fenómenos políticos contemporáneos del país.1

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Desde acercamientos ensayísticos libres hasta métodos analíticos rigurosos, una gran variedad de estudios se concentraron en descifrar los fenómenos políticos ocurridos a lo largo de los años del cambio político mexicano. El resultado es la configuración de un campo de estudios relativamente consolidado, con esfuerzos disciplinarios variados, que concentran una cantidad considerable de instituciones, grupos, individuos y productos. No se pretende ofrecer en estas páginas un examen exhaustivo de la literatura producida a lo largo de estos años, o una clasificación rigurosa de los diversos modelos de interpretación de la política mexicana, sino simplemente proponer un mapa más o menos representativo de los enfoques, argumentos y metodologías empleados por diversas escuelas y autores en torno a la “fenomenología” del cambio político mexicano registrados en las últimas tres décadas, que contribuya a la reconstrucción de las diversas trayectorias institucionales, intelectuales y académicas sobre dicho proceso.

Las ideas y los anteojos

Como señala el conocido epígrafe de Giovanni Sartori en su célebre Teoría de la Democracia (1991), “nuestras ideas son nuestros ante- ojos”. Y la ciencia política posee una colección variada de ideas y anteojos con cristales de diversos calibres y alcances. Esa relación de las ideas con el análisis y la interpretación política, constituye por sí misma una relación compleja, en la que las teorías políticas se relacionan de modos diversos con los métodos de examen de los fenómenos de la política o las políticas, sus estructuras, sus actores y procesos (Rueschemeyer, 2008; Price, 2008).

Teorías difusas e ideas fuertes han permeado los esfuerzos de los politólogos para conformar las agendas de investigación de la ciencia política mexicana. Desde las teorías clásicas de la modernización o del cambio político, hasta las de diversas acepciones de las teorías pluralistas de la democracia, los distintos enfoques neoinstitucionalistas o los derivados de las teorías de la elección racional, han gobernado de manera importante los estudios sobre el cambio político en México. A partir de ellos, o contra ellos, se han explorado ideas centrales en temasPage 105de la alternancia y la transición política; la construcción de un sistema de partidos equilibrado, competitivo y plural; el funcionamiento de los partidos políticos como organizaciones; los procesos electorales y el régimen político; la gobernabilidad y el orden político.

En alguna medida, el accidentado desarrollo del proceso de cambio político parece estar relacionado con el propio proceso de construcción y legitimación de la ciencia política en México. Esta conjetura supone que las transformaciones políticas configuraron la trayectoria de fondo que explica la transición entre las perspectivas “extradisciplinarias” de la fenomenología política en México, con la constitución e institucionalización de una comunidad de expertos que, desde el instrumental propio de la ciencia política, comenzaron a examinar los rasgos dominantes y cambiantes de la actividad política mexicana. Esta transición de la extra a la intra-disciplinariedad, se caracterizó por el predominio, durante un largo período, de visiones y estudios que desde la filosofía, la administración pública, la economía, el derecho o la sociología se encargaron de proporcionar descripciones, estudios y análisis de la política mexicana, construidas a partir de narraciones, ensayos interpretativos, y reconstrucciones históricas, algunas de ellas magníficas y ya clásicas (Molinar, 1993). Aunque es indispensable reconocer que la ciencia política mexicana tiene sus raíces desde los años cincuenta del siglo pasado, y de que diversos autores y estudios han señalado las aportaciones que varias generaciones de politólogos de los años 50 a los 70 realizaron para la edificación de la disciplina (Camacho y Meyer, 1979), sus aportaciones formaron parte de lo que puede denominarse el contexto intelectual e institucional adecuado para el desarrollo de la disciplina en los años siguientes.2 Eso explica el hecho de que es a partir de los años ochenta cuando se comienza aPage 106estudiar de manera disciplinaria y sistemática la vida política mexicana, sus estructuras, sus procesos y actores, debido, entre otros factores, a:

1) la incorporación en la vida universitaria de politólogos formados en Europa o en Estados Unidos; 2) la expansión de carreras universitarias en ciencia política en varias universidades públicas y privadas mexicanas; y 3) la creación de asociaciones, redes de profesionales, instituciones y publicaciones que fueron articulando una comunidad de politólogos que debaten, comparan y definen agendas, problemas y métodos de investigación apropiados a la realidad política mexicana (Merino, 1999; Aguilar, 2009).

El resultado de todo es la configuración de diversas “comunidades epistémicas” en la ciencia política mexicana.3 Algunas más orientadas hacia los métodos clásicos reflexivos, deductivos o interpretativos, mien- tras que otras se han concentrado en el estudio de los fenómenos políticos desde la perspectiva de las formas de organización y articulación de los actores, intereses y reglas de la acción política, mientras que otros más se han encargado de aplicar metodologías cuantitativas más o menos rigurosas para analizar los comportamientos de los “jugadores”...

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