Política cultura... lo que sigue

AutorJudith Amador Tello

Ayer fue el tiempo de las promesas políticas. De ofrecer la creación de una Secretaría de Cultura, la reestructuración de las instituciones, mayor presupuesto, nuevas leyes, apoyo a las industrias culturales, muchas actividades de difusión y el compromiso, ahora sí, de dar a la cultura el lugar que merece pues ayudará al país a salir de los problemas políticos y la violencia generalizada. ¡Ayer...!

Pero cuando el nuevo titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) enfrente la realidad y deba comenzar a resolver los problemas que aquejan al subsector desde hace más de dos décadas, otro será el panorama.

Los ciudadanos verán también la otra cara de la moneda. Porque como dice el antropólogo y abogado especialista en legislación y política cultural, Bolfy Cottom, nadie de los ahora excandidatos planteó que la nación no deba tener identidad o habló de privilegiar intereses privados sobre los públicos y no defender el patrimonio cultural, y sin embargo es a la hora de ejercer el poder cuando sale a la luz su auténtico proyecto cultural y de nación.

En su cubículo de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), habla de los pendientes con los que lidiará el próximo responsable de la política cultural del gobierno federal, así como los titulares de las comisiones de cultura del nuevo Legislativo y hasta quién será secretario de Educación Pública pues debe reasumir el papel que históricamente había tenido en materia cultural.

En las campañas se dio un papel "salvador" a la cultura como generadora de desarrollo social, una solución a los problemas políticos y a la violencia. Pero advierte Cottom que al hablar de la cultura en esos términos se piensa en un modelo concebido desde las esferas del poder y siempre se tendrá la tentación de imponerlo a las culturas de los pueblos, los barrios, las colonias y ciudades, "y hoy ya no se puede sostener esa idea disfrazada de buenas intenciones".

Pensar -dice- que los jóvenes van a actuar distinto "con un violín en la mano, es simplista y falto de respeto", pues los jóvenes tienen igualmente su propia dinámica cultural, con su imaginación y el uso de las tecnologías:

Si de algo he sido testigo en los últimos tiempos, es de que muchos jóvenes son excluidos de los centros artísticos. Muchos quisieran entrar a una escuela de música, formarse, y son rechazados. Y de pronto ahora, de la noche a la mañana, esto nos va a devolver la paz y la esperanza. Me parece un discurso político muy simplista.

El punto fundamental, en opinión suya, no es adelantarse y pensar en términos pragmáticos qué va a proporcionar la cultura o si realmente va a resolver la violencia o los altos índices de pobreza, sino definir qué futuro se quiere para el país, cuál es el proyecto de nación donde vamos a caber todos y en función de ello determinar qué espacio ocupará la cultura.

Recuerda por ejemplo que con el nacimiento del Estado independiente en el siglo XIX se conformó un proyecto de nación dentro del cual, en materia de política, tuvo un papel fundamental el museo como un recinto educativo que podía formar conciencia y una visión de cultura nacional:

"Y podemos discutir esa idea de la cultura nacional como algo integrador...

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