El poder, la ley y la piedad (segunda parte)

AutorElisur Arteaga Nava

Los de la 4T son más de lo mismo. Faltando a su palabra, no han acabado con el militarismo, la corrupción, la delincuencia, la pobreza, el desempleo y otros males endémicos que acosan a los mexicanos. A pesar de ello, pretenden perpetuarse en el poder y cerrar a la oposición las pocas vías que existen para que haya alternancia. Llegaron para quedarse. Monopolizan el poder y se enriquecen. También monopolizaron los sobres amarillos y las ligas.

Morena y su líder, que nos prometieron acabar con la corrupción, pusieron en la fiscalía de delitos electorales a uno de sus miembros, lo que es a todas luces una incongruencia política y una aberración jurídica; obvio: a pesar del comportamiento ilegal de sus miembros, el fiscal no se dio por enterado de la disposición indebida de fondos públicos, de la campaña ilegal que los morenistas realizaron en el ejercicio de la revocación del mandato, la precampaña en que se hallan sus precandidatos a la Presidencia de la República, la utilización de recursos de dudoso origen en la campaña que los llevó al poder y, concretamente, no encontró delito en la recepción de los sobres que, al parecer, contenían dinero que recibió el "hermano presidencial" con fines electorales y que son ilegales desde el momento en que no fueron incluidos en los estados financieros de Morena.

Ahora, los morenistas, para cumplir los deseos de su jefe, pretenden reformar las leyes con el propósito de cambiar el marco normativo del INE, Tribunal Electoral, la composición del Congreso de la Unión, la forma de elegir a los legisladores y realizar las elecciones. Por virtud de la reforma, los amlistas, en su papel de partido oficial, pretenden organizar las elecciones, calificarlas, convertir al Congreso de la Unión en un apéndice de los jefes de los partidos políticos; en una palabra: intentan eliminar el sistema democrático y convertirlo en una dictadura de partidos.

No exagero. El hecho de que propongan que los ciudadanos, como electores, se limiten a escoger una de las listas que los dirigentes partidistas les presenten, implica instaurar una partidocracia. La propuesta desvincularía a los ciudadanos de sus candidatos, lo que derivará en que los legisladores, finalmente, más pretendan quedar bien con los jefes de su partido que con los ciudadanos o electores. A AMLO le estorban los legisladores independientes. Los quiere sometidos a su férrea disciplina y que sólo sean responsables ante él.

Ciertamente una Cámara de Diputados...

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