Plaza Pública / Otro modo de informar

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

El del miércoles pasado debe ser el último Informe presentado con el boato de la Presidencia imperial, porque ese modo de ejercer el poder Ejecutivo ha periclitado, y deben abolirse también sus excrecencias protocolarias. Si no se modifica de raíz el mecanismo de información presidencial, con base en el artículo 69 de la Constitución, cada primero de septiembre se fabricará un cada vez mayor riesgo de deterioro institucional y de enfrentamiento social y represión.

No ha de ser motivo para tal modificación, solamente, la pueril conducta de los legisladores (de todos los partidos, de los tres mayores al menos) que explayan sus inconformidades o expresan sus acuerdos de modo ruidoso. Siendo muy relevante, ese no es el problema mayor del actual modo de informar. Las cámaras, desde que se rompió el monopartidismo en sus curules, han solido incluir a individuos desaprensivos que no se recatan para infringir las normas internas o para protagonizar escándalos. El primero de septiembre de 1988, por ejemplo, las bancadas del Frente Democrático Nacional y del PAN increparon sin descanso al presidente Miguel de la Madrid. Unos días más tarde, constituida la Cámara en Colegio electoral para calificar la elección de presidente de la República, un diputado fue a la tribuna en mangas de camisa, disfrazado con orejas de papel, simulando las de un burro o las del candidato declarado triunfante, que emergió de la sesión como Presidente electo. Ese legislador, que no se dejaba meter al orden parlamentario por su paisano, el presidente de los debates Miguel Montes García, es hoy el presidente de la República Vicente Fox. De modo que, aunque esté obligado a no admitirlo, ha de comprender bien los móviles de quienes lo interrumpen y lo desafían.

Antes de 1988 no faltaron momentos de rispidez en el Congreso, ante el Presidente. Pero eran anécdotas aisladas. La integración de la Cámara de Diputados era mucho más propicia a la lisonja y a la adulación, hasta para el más abyecto servilismo, que para la impugnación. En los 18 años (de 1946 a 1964) en que se consolidaron el presidencialismo y su dominio sobre el Poder Legislativo, la oposición parlamentaria estaba maniatada. Era un puñado de legisladores, un breve islote en el mar priista. No hubo nunca más de media docena de diputados panistas, hasta que se instituyó, precisamente para fortalecer esa presencia opositora, la primera forma de representación proporcional, los diputados de partido. Luego entonces, cuando el Presidente presentaba su Informe lo hacía ante el silencio sumiso de su mayoría y la compostura avasallada de la oposición.

Todas las constituciones mexicanas establecieron la obligación del Ejecutivo de participar en la apertura de sesiones del Congreso. La de 1824 dispuso que éste se reuniera el primero de enero y que a su sesión inicial...

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