De plagiados y plagiarios

AutorSamuel Máynez Champion

Es más, durante el barroco, por citar el periodo de mayor rapiña, el empleo de materiales melódicos ajenos se calificaba como una suerte de homenaje y nadie se sentía ultrajado. A veces bastaba con citar el nombre del "homenajeado", pero otras ni siquiera eso era necesario.

Ahondando en el concepto de la propiedad intelectual, tendríamos que enfatizar que en el arte sonoro, esa praxis de "manosear" las obras de otros sigue siendo más común de lo imaginable (a pesar, inclusive, de la tutela autoral). Y esto deriva del hecho de que el fenómeno musical se gesta merced a una doble "autoría"; la del que concibe el ordenamiento específico de notas y la de quien las "recrea" o interpreta. Sin la participación del último -que indefectiblemente se arroga derechos- el mensaje del primero no trasciende. La partitura como tal es un objeto yermo.

Para ejemplificar, baste referir que Mozart "retocó" a Bach y a Händel, y que también Mahlery Reger lo hicieron -creyendo naturalmente que le hacían un favor- con Schubert. Encontramos, asimismo, a Schubert atracando a Mozart, a Beethoven hurtando temas de Händel, Diabelli y Mozart, a Bach copiando a Vivaldi, Albinoni y Bonporti, a Brahms "variando" a Haydn y Paganini, a Godowsky "rehaciendo" a Chopin, a Sarasate "sirviéndose" de Mozart y Bizet, a Liszt expropiando a Paganini, a Walter Carlos flagelando a Bach, a los rocke-ros violentando a Vivaldi... etc, etc.

¿Y no hay mexicanos en esta lista? Por supuesto que sí, mas vale la pena que iniciemos con aquel a quien se considera como uno de los más escamoteados y más sujeto a depredaciones de todos. Hablamos del famoso sacerdote veneciano Antonio Vivaldi (1678-1741), también conocido como el Prete rosso, o preste rojo en español.

Dos años antes de su muerte, es decir en 1739, se publicó en París una colección de sonatas con el nombre de Ilpastor fido y el fingido opus XIII, de una supuesta autoría suya. Nicolás Chédeville (1705-1782), el audaz falsario, fue descubierto una década después y necesario que aceptara públicamente su fechoría. También salió a la luz que había dado a la imprenta una obra titulada Le Printemps ou Les Saisons Amusantes, en la que cínicamente hacía pasar por suyos pasajes enteros de las Quattro Stagioni, junto a otros conciertos vival-dianos del opus VIII. Como dato curioso, con este último plagio Chédeville logró expandir a seis el número de estaciones del año.

En 1750 apareció en Inglaterra un grupo de seis Sonate per violino solo ed il...

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