El placer es mío

AutorJavier Betancourt

El título de este primer largo-metraje de Elisa Miller, El placer es mío (México, 2015), un tanto misterioso, oscila entre la ironía de "qué gusto habernos conocido", hasta la referencia bíblica de "la venganza es mía". El ma-chismo que termina por imponerse en este romance comprado a base de fantasía, y que apoya la imagen del gallo que anda suelto, sostendría la tesis de un señalamiento contra la postura patriarcal disfrazada de igualdad de derechos; como si en el fondo el varón creyera que sólo a él le corresponde dirigir el placer.

Elisa Miller (ganadora ya de una Palma de oro en Cannes por un corto en 2006) y su co-guionista, Gabriela Vidal, no facilitan el trabajo del espectador; en el transcurso de la película habrá que ir deduciendo las razones del espejismo de esta pareja; por alusiones directas e indirectas se entiende que la propiedad es herencia del padre de Mateo, que Rita trasgrede un pacto cuando expresa la ilusión de tener un hijo con este machín que no quiere repetir la historia del padre ausente, o que ella dejó trabajo y tesis doctoral en la ciudad apostando a la felicidad campirana con el bueno de Mateo. En tanto que resorte dramático, el método del coitus interruptus que practican, dicho sea de paso, es poco verosímil en una pareja moderna, a menos que hayan olvidado abastecerse de condones antes de exiliarse y que no los vendan en el pueblo cercano.

Rita busca conectar afecto con entendimiento intelectual, por algo su tesis es...

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