Son piratas del entretenimiento

Unos lo llaman mercado negro, otros piratería teatral. Desde hace más de una década, numerosas compañías montan obras para estudiantes sin pagar derechos de autor ni el permiso para su representación que deben conceder las autoridades delegacionales.

La corrupción abarca distintos niveles: los dueños o administradores de teatros, que rentan el espacio sin exigir permisos ni el pago de impuestos; las pseudocompañías teatrales, que hacen un negocio redondo con un público cautivo, y los directores y maestros de las escuelas, que cobran un porcentaje por cuota de espectadores.

No existen registros del número de grupos ilegales que hay ni de la cantidad de obras que ponen a diario en el Distrito Federal, pero las denuncias recibidas por la Sociedad General de Escritores de México y los teatros detectados que acceden a este tipo de representaciones, permiten calcular un promedio de 50 funciones semanales, la mayoría en sábados y domingos.

Víctor Hugo Rascón Banda, presidente de la Sogem, considera "irreversible" el daño que estas obras causa a los estudiantes, debido a su "pésima realización y nula calidad", que los vacuna muchas veces de por vida contra el teatro.

Desde el nivel preescolar a universitario, son incontables los alumnos obligados a presenciar estos montajes -bajo amenaza de ser suspendidos o restarles puntos en su calificación-, que lo mismo se presentan en grandes auditorios como el del Congreso del Trabajo que en recintos no teatrales, como el Bar Fritz en Arcos de Belén.

Una de las dificultades para combatir este tipo de piratería, comenta Rascón Banda, es que en la mayoría de los casos los dramaturgos se enteran de las puestas cuando ya ocurrieron, lo que hace imposible detener a los grupos.

Así, el principal problema que enfrenta la Sogem es la detección de las compañías, indica el abogado Jesús Mejía, para lo que se ha solicitado el apoyo del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), organismo que cuenta con inspectores que pueden realizar visitas de oficio en los teatros para verificar la legalidad de las puestas que se presentan.

"Podrían hacerse inspecciones aleatorias en los teatros que permiten estas puestas. De existir una vigilancia constante, se reduciría la piratería", sostiene el especialista de Sogem.

Son dos los ordenamientos jurídicos que burlan las compañías, explica Mejía: la Ley Federal del Derecho de Autor y la Ley para la Celebración de Espectáculos Públicos en el Distrito Federal. Ambas...

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