Perdió la calle... y también la presidencia
Autor | Jean Paul Guzmán |
LA PAZ.- El domingo 10, cuando la Organización de los Estados Americanos (OEA) dio a conocer que no podía validar la elección presidencial en Bolivia y recomendó nuevos comicios, el gobierno de Evo Morales ingresó en un estado de coma político que derivó en su dimisión, y abrió el mayor desafío en los 37 años de democracia ininterrumpida: pavimentar un camino de consensos para salir de nuevo a votar.
En una democracia consolidada, la convocatoria a otra elección sería un procedimiento común, pero en Bolivia -con Morales desde México, con una presidenta interina sin mayoría legislativa, sectores sociales leales al expresidente en pie de lucha y una mayoría ciudadana decidida a no volver al reciente pasado- es un laberinto que por el momento no tiene salida.
La causa del quiebre en Bolivia, según analistas, está en una grieta que socavó la base del sistema democrático: el no respeto al resultado del referéndum del 21 de febrero de 2016, en el que 51.34% de los votantes rechazó la reelección indefinida de Morales, ante 48.66% que sí la apoyaba.
Tras ese resultado, el Movimiento Al Socialismo (MAS), partido de Evo Morales, recurrió al Tribunal Constitucional Pluri-nacional, conformado por magistrados designados por la mayoría legislativa de esa misma organización política, que desconoció el voto soberano y concluyó que el entonces presidente podía postularse indefinidamente por respeto a sus "derechos humanos".
Con la sombra de ese fallo, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) convocó en marzo de 2019 a elecciones generales para presidente, vicepresidente, senadores y diputados, a cumplirse el 20 de octubre del mismo año. Durante el proceso electoral, el TSE -conformado por una mayoría de vocales afines al MAS- fue blanco de críticas por tres causas: no objetar la decisión del Tribunal Constitucional, condicionar sus decisiones al gobierno, pese a ser un órgano independiente, y organizar los comicios con dudas sobre su transparencia.
Pese a que la oposición lo consideró un candidato "ilegítimo" por no respetar los resultados del referéndum de 2016, Morales, de 60 años, decidió participar en las elecciones y registró ocho candidaturas, desoyendo la recomendación de presentar un único postulante capaz de retar la hegemonía del MAS, partido ganador en las elecciones de 2005 (53,7%), 2009 (64,2%) y 2014 (61,3%).
Según las encuestas previas, Carlos Mesa, un periodista e historiador de 66 años, de la alianza Comunidad Ciudadana (CC), era el opositor con más posibilidades de pelearle la presidencia a Morales.
Durante su campaña, utilizó el eslogan "Ya es demasiado", simbolizando la decisión de poner fin al periodo de gobierno continuo más largo de la historia de Boli-via (14 años), marcado, en su criterio, por un afán...
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