Pedro Cervantes en Artes Plásticas

AutorRaquel Tibol

Aunque cursó estudios en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (1951-1952), pronto rompió con la academia, la hizo a un lado para consagrarse a la nueva figuración, en la que ha ocupado un lugar muy destacado desde posiciones estéticas marcadamente personales, interesándose tempranamente por la integración plástica. Si para muchos los metales tensos o flexibles de las fundiciones modernas sólo tenían que ver con estructuras funcionales, Cervantes comprendió que entre ellos se escondían voces nuevas que esperaban ser expresadas en toda su intensidad por medio de invenciones inéditas.

En tan sólo una docena de años, Pedro Cervantes había pasado por una etapa de materiales prefabricados, por otra de chatarras, por una más de técnicas mixtas como lo fueron las combinaciones de metales y cerámica, metales y espejos, metales y madera, pintura con agregados metálicos. Las partes automotrices se entrometieron en su evolución escultórica hacia 1968. El cambio cualitativo fue tan profundo que en los cementerios de automóviles, y a los 34 años de edad nació otro Pedro Cervantes. El asombro primero ante los coches que cortaban en ráfaga los planos de la ciudad fueron el indicador que lo llevaría a la fuente de su materia prima. Él, que había trabajado con sustancias tantas veces centenarias como el barro, los pinceles, las telas, los óleos, entraría de lleno a un material que los antepasados no habían conocido: el acero cromado o niquelado.

Una defensa de automóvil es una forma que ha sido diseñada y calculada para una función preestablecida; pero si se aísla una defensa del cuerpo automotriz aparecen en ella valores táctiles y visuales de gran pureza, sugestiones sensuales implícitamente antropomorfas y género femenino. Pedro Cervantes no tomó senderos fáciles. Le atrajeron las elaboraciones complejas y problemáticas, así como la eficacia de los ensamblajes; pero no los utilizó en función de la forma por la forma, sino la forma en función de un sentido, de un contenido humanista, aunque ese humanismo no recurrió a la figura convencional o anatómica, sino a una serie de símbolos que equivalían a transfiguraciones. Aunque Pedro Cervantes descubría su juego y hacía que algunas veces aparecieran las formas originales de una parte de las defensas. Después de forjar, soldar y pulir las piezas automotrices, les retituía lo más característico de ellas: el cromado, para conservar los efectos de luz, contraluz y reflejos.

Con su obra Cervantes se ubicó en la...

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