Peaje bachiano

AutorSamuel Maynez Champion

Mi madre solía leerme en las noches de mi infancia y uno de los libros que más me atrapó se intitulaba Bach, el niño creador. El volumen, de pasta dura y hojas gruesas, lo había publicado una editorial argentina con la idea de acercar al niño a la música a través de biografías, bellamente ilustradas, de los grandes compositores. Lo encomiable del asunto es que además de las atractivas viñetas iban incluidas partituras, merced a las cuales se proporcionaba al público infantil la posibilidad de valorar la obra de los genios en cuestión con certezas inducidas. Yo tenía seis o siete años en aquel entonces y todavía no sabía leer música, sin embargo, la visión de los enigmáticos pentagramas gestaría un interés que trascendería las deficiencias de nuestro sistema escolar notorio, cada día más, por impartir la música de manera burda, ineficiente y antipedagógica. ¿Cómo no quedar cautivado con las lecturas maternas si ellas preludiaban al sueño, y cómo no soñar con los avatares existenciales de ese infante de la Thuringia cuyo amor por la música lo había capacitado para doblegar las adversidades que le deparó el destino? ...Recuerdo con claridad muchas páginas; en una se veía al pequeño Juan Sebastián copiando a escondidas, bajo la luz de la luna, las partituras que su hermano mayor -con quien se fue a vivir después de la muerte de sus padres- guardaba bajo llave y que tenía prohibidas. En otra se veía al joven músico emprender la agotadora caminata de Ohrdruff a Lüneburg -de 375 km- en pos de buscar su admisión en la escuela coral de San Miguel que dirigían los monjes benedictinos... Más adelante, ya en mi remisa adolescencia, surgió un regalo inesperado que me heló el alma pero que, años después, mostraría su utilidad. A un compañero de las clases de vio-lín lo había atropellado un camión en la extinta glorieta de Riviera, sin haber sobrevivido al impacto; incluso se dijo que el chofer lo había rematado. Iba en su bicicleta y además de cargar su violín a la espalda llevaba un libro consigo. Puesto que su madre estaba enterada de la buena amistad que nos había unido, decidió que el libro fuera para mí, intuyendo que su hijo así lo hubiera querido. Se trataba de la biografía que J. N. Forkel publicó en 1802-la primera de la historia- sobre J. S. Bach y que había publicado el Fondo de Cultura Económica en 1975. Debo anotar que en el libro había fotografías -varias de la Casa Museo de Bach en Eisenach-, un incipiente catálogo -con las pocas...

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