El pasado omnipresente

AutorDenise Dresser

En su admirable libro Living in Truth, Vaclav Havel escribe: "En los nuevos tiempos debemos descender hasta el fondo de nuestra miseria para entender la verdad, tal como uno debe descender al final del pozo para ver las estrellas". Pero en México, en torno al tema de la verdad, estamos atorados a la mitad del camino: el país no desciende hasta el fondo del pozo, pero tampoco sale de él. En México la transparencia tarda en venir y seguimos esperando, como en el caso de Tlatlaya. En México el fin de la impunidad todavía no es un principio apoyado desde el poder, como en tantos casos de priistas prominentes. Ante la guerra sucia del pasado prevalecen las incógnitas del presente. Ante los abusos de ayer persisten los abusos de hoy. Al lado de las familias deshechas de 1968 están paradas las familias de la matanza de San Fernando, entre tantas más. Pasa el tiempo y el esclarecimiento se convierte en una demanda de ciudadanos ignorados, en una colección de hojas marchitas, en una amnesia obligada.

Una amnesia peligrosa, porque, como dice la frase célebre de George Santayana, "aquellos que se olvidan del pasado están condenados a repetirlo". En México hubo y hay muertos y heridos producto de la violencia desde el Estado. En México hubo y hay perseguidos y desaparecidos. Allí están sus rostros desfigurados, sus narices rotas, sus ojos amoratados, sus familiares desesperados.

En casos de tortura hay víctimas que caminan cojeando. En casos de desapariciones hay familiares en busca de información. En casos de asesinatos políticos hay testigos que han tenido que callar. En casos de corrupción hay todavía cuentas por rendir. Todas las víctimas -las viudas de Acteal, los parientes de perredistas asesinados y campesinos acribillados, todos los que tienen algún muerto o herido, todos los que han contemplado un acto de corrupción- merecen saber que las cosas han cambiado. Merecen saber que los torturadores y represores y desfalcadores forman parte del pasado. Merecen ser tratados como ciudadanos con derecho a obtener información sobre un Estado que los ha maltratado. La verdad misma entraña una forma de justicia; entraña la reparación de un mundo moral en el que las mentiras son mentiras, las verdades son verdades, y el Estado no es impune.

Pero la impunidad persiste a 46 años del '68 porque nunca ha sido verdaderamente combatida. Porque nunca se dieron las consignaciones de los responsables de la matanza del 10 de junio de 1971. Porque nunca hubo...

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