Entre Paredes / De cuarentena a cuarentena

AutorYolanda Ramírez Michel

Por fin estoy en casa, ayer volví de España. Decir en estos días España, Italia o China es decir que uno viene de algún lugar con la marca del ángel de la muerte.

El 15 de marzo Pedro Sánchez anunció para España el confinamiento en los hogares. Se ordenó a las escuelas que suspendieran clases, a las empresas que sus empleados trabajaran desde casa, todos los eventos fueron cancelados, no hubo ni restaurantes ni centros comerciales abiertos (será algo histórico que El Corte Inglés haya cerrado sus puertas en un Sabat pagano). Poco a poco la población, que no podía creer que de verdad todo estuviera cerrando, comenzó a darse cuenta de que andar por la calle los volvía delincuentes, la UME (Unidad Militar de Emergencias) vigilaba con demasiado rigor a los ciudadanos. El único salvoconducto para salir era comprar víveres, pasear al perro (en un tiempo y distancia récord), o algún imponderable.

Aquel decreto me pilló (afortunadamente) en la casa de una familia que hizo del encierro algo dulce y llevadero. Un carismático vergel de hiedras y setos rodea la casa de la familia González Green-Fernández de Loaysa; un mundo de libros apilados como una infinita biblioteca borgiana me dio la libertad de sus mundos. ¿Qué hadas habían planeado para mí atravesar aquellas horas, amargas para muchos, en el encanto de semejante Edén? No lo sé, pero agradezco el privilegio y me aplico en reflexionar de qué va la vida cuando llega una epidemia a llevarse de tajo los planes, los proyectos, los sueños. No hay plan B que aplique para estas ocasiones, todas las letras del abecedario quedan censuradas ante la reclusión obligada por un enemigo invisible. Hay muchas maneras de tomar las cosas, pero que esos aspectos externos no nos engañen, muy dentro todos tenemos miedo, muy dentro los noticieros, los memes y la desinformación provocada por tantos ineptos que comparten noticias falsas son como sirenas de una ambulancia demasiado histérica.

Fueron días en los cuales Jesús, Nuria, Luisa...

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